Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de julio de 2025


Hasta la anormalidad de ser otro distinto de su amante quien recibió su juramento, le pareció cosa conforme al estado de su espíritu, porque, en vez de sentir el terror que le inspiraba la idea de dejarse poseer, pudo complacerse en saborear mentalmente el casto placer de pensar que su porvenir y su vida estaban para siempre unidos a los de un hombre que la quería, y que, no pudiendo verla, no habla de fundar la pasión en sólo la hermosura.

-Has hablado y apuntado muy bien -respondió don Quijote-; y así, anulo el juramento en cuanto lo que toca a tomar dél nueva venganza; pero hágole y confírmole de nuevo de hacer la vida que he dicho, hasta tanto que quite por fuerza otra celada tal y tan buena como ésta a algún caballero.

Pero, repítelo, quiero oírlo de tus labios. que me amas. Y Pepita, mirándole por primera vez en los ojos, dijo con cierta gravedad, como poniendo en sus palabras el peso de un juramento solemne: , te quiero: te amo, Fernando.

No seré útil a nadie... Los amaré, velaré por ustedes y les daré mi vida... Vean ahí continuó sonriendo y dándonos la mano, que mi parte es la mejor, y que de los tres seré el más dichoso. »La campana del castillo sonó en aquel momento, y nos separamos renovando el juramento de eterna amistad, que el Cielo oyó, y que nuestros corazones ha mantenido.

Ya es la tarde dijo ; el bufón vendrá... vendrá... de seguro... no puede tardar... el tío Manolillo tiene un gran interés por Dorotea; acaso la ama... acaso es por ella tan desgraciado como yo... por él... él puede mostrar al mundo su desesperación; él no está adherido al claustro; él no está ligado por ningún voto, por ningún juramento; él puede decir sin temor al mundo: yo soy hombre; ¡yo!... yo me veo obligado á hacer creer que soy un cadáver vivo, un cuerpo sin corazón, un alma sin pasiones... ¡Mentira! ¡mentira repugnante!... Hay momentos en que lo intenso de nuestra desesperación, que se concentra en un ser que no pertenece al mundo, nos hace mirar con desprecio todo lo que al mundo pertenece; hay momentos en que creemos que nuestro corazón ha muerto, que no existe nada que pueda hacerle latir; necesitamos la soledad y el silencio y las tinieblas, todo aquello en que hay menos vida, todo aquello que habla más al alma, entonces nos arrojamos al pie de un altar, pronunciamos un voto; después... ¡oh! después, cuando el tiempo, que si todo no lo cura, lo gasta todo, ha cubierto con una capa más ó menos densa de olvido, de ese polvo que cae sobre el alma, nuestros dolores... ¡oh! entonces... entonces... podemos ver otro ser... una mujer, por ejemplo... y entonces volvemos con desesperación los ojos en derredor de la prisión que encierra, no nuestro cuerpo, sino nuestra alma... de ese claustro que nos dice con su silencio: soy tu sepulcro ó tu infierno.

Tienes razón ¡oh Preciosa! dijo a este punto Andrés ; y así, si quieres que asegure tus temores y menoscabe tus sospechas jurándote que no saldré un punto de las órdenes que me pusieres, mira qué juramento quieres que haga, o qué otra seguridad puedo darte; que a todo me hallarás dispuesto.

El proceder de Felipe II no era de naturaleza para fortificar en su Ministro ese patriotismo personal. Perseguido en tierra extranjera, Pérez se consideraba desligado del juramento de fidelidad.

Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante.

Las mismas imaginaciones, las mismas ideas acudían al alma de los dos, aunque no se veían ni se hablaban. Se sentían rebajados y humillados. Eran juguetes de la casualidad. La voluntad de ellos carecía de firmeza. ¿Había sido ensueño infantil el amor que se tuvieron? ¿Había sido burla ridícula el juramento que se hicieron repetidas veces?

Poco antes de morir el Marqués, teniendo aún a la cabecera de la cama al cura D. Miguel, con quien acababa de confesarse, había hecho venir a su presencia al bueno de don Acisclo; y a solas con él y con el cura, exigió de D. Acisclo, bajo juramento de guardar el más profundo secreto, que cumpliría a su tiempo una comisión que iba a darle.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando