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Actualizado: 24 de octubre de 2025


Pero si no la veía, oía su voz, que cantaba la hermosa melodía de la plegaria. Con mucha frecuencia había oído cantar á Lea cuando iba á su casa con Jacobo, pero no reconocía su voz. Era la misma y no lo era, así como la cara de Jenny era la de Lea y sin embargo se diferenciaba de ella en ciertos detalles.

Estos señores buscan á Jenny Hawkins para una herencia. Campistrón adoptó la actitud de Hipócrates rehusando los presentes de Artajerjes. Cerró los ojos, volvió la cabeza y extendió los brazos, como si la herencia fuese para él, y respondió en el registro grave: ¡Esperaba no oir hablar más de aquella ingrata! ¿Ven ustedes, señores? ¿Qué es lo que yo les decía?

Y parisiense, respondí ¿Sabes quién es? Cáspita, es mi mejor amigo Tráemele bromeas. Si Tragomer te gusta, espera que yo me vaya." Jenny me llamó tonto. Yo no podía contarle que si no quería ser visto con ella era porque me iba á casar y salí del paso fingiendo una escena de celos.

Pero no era en América, vasto continente por el que Jenny Hawkins andaba errante, donde yo podía seguir una pista, proceder á una averiguación y tratar de restablecer la verdad. Allí estaba solo, sin apoyo ni recursos, completamente desarmado.

Nuestros personajes formaban en medio del salón un grupo compuesto de tres hombres y dos mujeres que hablaban con una calma y una corrección perfectas. Y, sin embargo, todos eran presa del terror ó de la cólera, sus corazones destilaban cólera y sus bocas contenían difícilmente las provocaciones y los ultrajes. Voy á cantar puesto que lo desean ustedes, dijo Jenny Hawkins. Colocarse, señores.

¿De manera que nadie se acordará de Juana Baud transformada en Jenny Hawkins? Como usted lo dice. ¡Se olvida tan pronto! Y además esa muchacha figuró tan poco antes de dedicarse á la ópera... ¿Hay artistas que hayan alternado en otro tiempo con Juana Baud, en el Conservatorio, por ejemplo, ó en su casa de usted, que pudieran reconocerla?

En este momento se abrió una puerta y un lacayo, dominando apenas el rumor de las conversaciones, pronunció estas tres palabras. Miss Jenny Hawkins. En la puerta apareció la cantante, alta, esbelta, orgullosa, un poco pálida, pero con la sonrisa en los labios. Estaba vestida con un traje de damasco blanco adornado de encajes de oro.

Después serás dueña de tu destino y no tendrás nada que temer. Hasta podrás prescindir de mi si eso te agrada. Así habrás probado á Tragomer y á Marenval que eres Jenny Hawkins y que nunca serás para ellos sino Jenny Hawkins. ¿No vale la pena de arriesgar el golpe? firme y yo te probaré que soy el hombre que te he dejado suponer. ¿Vendrás?

Toda la cuestión consiste en convencerse de que Juana Baud no es Jenny Hawkins, y tengo la prueba en el bolsillo. Esta fotografía con la firma de la discípula de Campistrón, prueba hasta la evidencia la sustitución de personas.

Novelli y su compañía se encuentran en este momento en Veracruz... Desde allí van á Méjico y á Tampico, después pasan á la Guyana... bajan á las Indias Neerlandesas, tocan en Colombo y vuelven á Europa en la primavera para hacer la temporada de Londres... ¡Ah! dijo Tragomer, ¿Jenny Hawkins irá á Londres? En el mes de mayo cantará en Covent-Garden...

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