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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
Ya se ve, para él era fácil; pero ella, que en su vida las había visto más gordas, hallaba en la escritura una dificultad invencible. Decía con tristeza que no aprendería jamás, y se lamentaba de que en su niñez no la hubieran puesto a la escuela.
Todo esto vi, y por haberlo visto trato de cohonestar, ya que no disculpe, el no haberme opuesto antes á la boda. Imaginaba yo, además, que Clarita no la repugnaba. Clarita nada me ha dicho después; pero mis ojos se han abierto, y ahora comprendo que la repugna con repugnancia invencible, allá en el fondo de su alma.
Aquel espectáculo asustaba más que divertía, pero tenía tan invencible atractivo que todas las miradas quedaban fijas en los derviches sin poder apartarse de ellos. Atronador era el sonido de las kernas, trompetas enormes de más de dos metros de longitud, en figura de serpientes y enroscadas en giro tortuoso.
Su embriaguez en los primeros días rayó en locura. Venturita era, por su belleza singular, por la expresión lánguida y voluptuosa de sus ojos, por la tendencia invencible al descanso, una verdadera odalisca. Pero no como éstas solamente un animal hermoso, sino animada por ingenio chispeante, que desbordaba a cada momento en graciosos equívocos y felices ocurrencias.
Cantaban con su voz gangosa alabanzas en honor del grande, del poderoso, del invencible Chermidy, y agasajaban dulcemente a la montura con las barbas de sus plumas. Los pequeños le hacían cosquillas en las narices y los mayores le hurgaban en el interior de las orejas tan bien y tan largo tiempo, que el animal acabó por encabritarse. El caballero, torpe como un marino, cayó de espaldas.
Y no sabemos cuánto tiempo hubiera esperado, si el mar, los vientos y los ingleses, no hubieran vencido á la Invencible; si por esto, doña Juana, que era del cuarto de la infanta doña Catalina, no hubiera ido á dar á su señora la nueva del fracaso, y no se hubiera encontrado sola en una galería obscura, con un hombre que tuvo buen cuidado de matar la luz antes de que pudiera reconocerle.
Bien sé lo mucho que va de lo vivo a lo pintado, y más cuando está tan muerto el pincel, como mi pluma; pero aun por eso pido a V. S. aquella Palma que siempre en sus Escudos y Armas invencible se levanta, para que así deba la Fe a este Catolicísimo Reino, como dentro sus muros los triunfos, fuera de sus confines, la Palma.
Varias veces temblaron sus labios para formular la pregunta. Una vergüenza invencible la detenía. Deja el libro, hija mía: estarás fatigada dijo al cabo. Y su voz salió de la garganta temblorosa como si hubiese pronunciado alguna frase grave. Lo estará usted de oir. Yo no: a Dios gracias, tengo sana la garganta.
Pues a despecho de estos remordimientos, de su invencible timidez y de los clamores de la razón, Raimundo se sentía cada día más subyugado por aquella mujer. Verdad que Clementina puso en juego todas las armas de que disponía, que no eran pocas ni mohosas todavía. A medida que aumentaba la timidez de su juvenil adorador crecía en ella la osadía y el aplomo.
Palabra del Dia
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