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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Sentía el Peregrino salir de Londres, á juicio de Bermúdez de Castro, porque allí pasaba la vida lejos de los negocios, sin tentaciones para su lealtad, y eso no había de sucederle en París, centro de intrigas anti-españolas . ¡Juicio bondadoso!
La situación de la corte había quedado en el mismo estado que antes; las intrigas seguían, los que antes eran enemigos, seguían profesándose un razonable odio. Doña Clara tenía á su don Juan. La condesa de Lemos á su don Francisco. Dorotea y el bufón habían dejado de sufrir, porque los muertos no sufren. Doña Ana seguía siendo la maestra de amor del príncipe de Asturias.
Las tardes lluviosas las pasaba sentado en el escaño de la cocina charlando con la familia, interesándose por las intrigas de la aldea, tan complicadas o más que las de la corte, y dando su parecer acerca de ellas con toda seriedad. D. Félix había prestado 14.000 reales a Juan el tabernero.
Sobre todo, sin saber la causa, sin que él se diera cuenta de ello, Valeria le había inspirado simpatía profunda y confianza ciega. Estaba persuadido de que aquella mujer era mediadora de buena fe o víctima en una de esas intrigas amorosas, donde sólo el misterio puede estorbar la iniquidad.
Este señor Aviraneta fue el que después adquirió celebridad fingiéndose carlista para penetrar en los círculos más familiares de la gente facciosa y enredarla en intrigas mil, sembrando entre ella discordias, sospechas y recelos, hasta que precipitó la defección de Maroto, preparando el convenio de Vergara y la ruina de las facciones.
He descubierto que Elena, la inocente, la cándida, no es más que una mentirosilla muy inconsecuente, y que sus grandes ojos de tan recta y pura mirada y su puro perfil de inmaculada virgen, son una excelente máscara para ocultar las intrigas de una muchacha mal educada.
Nadie sabe como él llevar una carta a su destino, y, según los casos, dejarla precipitadamente o lograr en seguida la contestación. Es maestro en negar o permitir oportunamente la entrada a las visitas, y en cuanto a intervenir y ser ayudante y, tercero en aventuras e intrigas amorosas, no hay Mercurio ni Celestina que le aventaje.
Bueno, pues voy al grano... Encontrémela casada. ¡Casada! Sí, con un simple. La metieron en un convento, la casaron después como por sorpresa... Chica, una historia de intrigas, violencias y atrocidades que horroriza. ¡Pobre mujer! exclamó ella, respondiendo al intento de Juan, que empezaba por hacer a la otra digna de lástima . Pero bien merecido le está por su mala conducta.
La doctora y ella habían venido de Roma á refugiarse en Nápoles, huyendo de las intrigas y murmuraciones de la capital. Los italianos se peleaban entre ellos: unos eran partidarios de la guerra, otros de la neutralidad. Ninguno quería ayudar á Alemania, su antigua aliada. ¡Tanto que les hemos protegido! exclamó . ¡Raza, falsa é ingrata!...
Apenas enunciado este nombre, arrepintiose de enunciarlo don Mariano... Pero se arrepintió tarde... Se desmintió, y no le creyeron... No le quedaba más recurso que pedir encarecidamente silencio y reserva al juez de paz... Hacíalo así cuando el juez le interrumpió despidiéndose: Vaya tranquilo, don Mariano, que no lo diré a nadie... ¿Por quién me toma usted?... ¡Detesto los cuentos e intrigas como al propio demonio!
Palabra del Dia
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