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La intendenta no estaba lejos de sospechar que también él andaba metido en alguna de aquellas intrigas amorosas que se urdían descaradamente en su salón. Se hicieron en éste algunas reformas necesarias para el caso, esto es, se construyó en uno de los extremos un bonito escenario. El tío Manolo, a quien se le alcanzaba también algo de pintura, bosquejó dos decoraciones bastante regulares.

La renegada de Valladolid es una amalgama extraña de intrigas profanas amorosas y de tendencias místicas. Doña Isabel, joven dama de Valladolid, ha hecho voto de ser monja, y está á punto de entrar en el convento, cuando se enamora de repente de un caballero que sirve bajo las banderas de Carlos V, y se perjura de manera, que quebranta locamente sus votos y se escapa con su amante.

A poco de ver el nieto de los Reyes Católicos reunidas en su sien las coronas de España y Alemania, la primera, por muerte de su padre Don Felipe el Hermoso y locura de Doña Juana, y la segunda, por muerte de su abuelo Maximiliano, apareció uno de esos genios que dejan de tarde en tarde por su valor, por su talento, ó por sus virtudes, una estela luminosa en el prosaico laberinto de intrigas y miserias que se agitan y revuelven en todas las etapas de los siglos.

Fomentaba el Rey el escándalo por medio de agentes disfrazados; ayudaba el club á los ministros; éstos le herían; vengábase aquél, y giraban todos en un círculo de intrigas, sin que los crédulos patriotas que allí formaban la opinión conociesen la oculta transcendencia de sus cuestiones. Pero oigamos á Calleja que pide á voz en cuello que comience la sesión.

Luego metería á su hija en un convento. Una vez libre, haría dejación de la cocina del rey, se retiraría de intrigas y de enredos, y se iría pacíficamente á comerse sus doblones á Navalcarnero, llevándose consigo la misteriosa arca, donde se encerraba indudablemente el destino del bastardo de Osuna.

El más enredador de todos ellos, el viborezno D. Eugenio Aviraneta ha desaparecido misteriosamente, cuando más enfrascado parecía en sus intrigas. Y ahora dicen que está con los carlistas. Gracián levantó un pisa-papeles que en la mesa de su escritorio oprimía varias cartas.

Con doña Luz estuvo muy fino y amable, y doña Luz asimismo lo estuvo con él. Los chistes urbanos, las anecdotillas picantes, sin rayar en libres, las pinturas de las intrigas y lances de Madrid, referidos con ligereza y primor por don Jaime, divirtieron mucho a doña Luz y la hicieron reír; cosa que le agradó y pasmó, porque no era fácil para la risa.

Y no es que no trabajase... Iba a la oficina casi todos los días y se pasaba en ella lo menos dos horas. Fue secretario de tres Gobiernos de provincia y no llegó a gobernador por intrigas de los del partido.

«¿Quieres que te diga una cosa? gritaba el primogénito, descomponiéndose . Pues don Carlos no ha triunfado ya por vuestra culpa, por culpa de los curas. Hay que ir allá, como he ido yo, para hacerse cargo de las intrigas de la gentualla de sotana, que todo lo quiere para , y no va más que a desacreditar con calumnias y chismes a los que verdaderamente trabajan.

Ella ha sabido aprovechar su feliz neutralidad, consagrándose á perfeccionar sus instituciones, en tanto que las demas naciones parecian preocuparse casi únicamente con las intrigas y el antagonismo de la ambicion política.