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Unos amigos míos están interesados en esta liquidación, que amenaza ser espinosa; hay que establecer la identidad de los herederos, y de aquí la utilidad del retrato y de la escritura de Juana. Ya comprendo. La señorita Hawkins ¿era de carácter agradable?

Y póngase cualquiera en su situación, en aquella situación anormal, aflictiva, deshonrosa, interesados el corazón y la vanidad, todo herido, todo magullado en su alma; encontrábase de repente solo en el mundo, porque todo lo que constituía su familia era ficticio: su mujer no era su mujer, su hija no era su hija, su sobrino no era su sobrino.

Como encargada á los jueces letrados la recaudacion del tributo que pagan los indios, deberá arreglarse en disposicion separada qué clase de garantías y en qué forma deberian prestar por este encargo, y simplificar metódicamente el sistema de cuentas que anualmente deben rendir de los fondos que recaudasen; pues el método que se observa de dar cuentas de su administracion los alcaldes mayores y correjidores al concluir y cesar en su encargo, es perjudicial y ruinoso al erario público, á los interesados, y á la recta administracion de justicia: cuentas claras y anuales es el modo mejor de poner á cubierto y en buena administracion los fondos del estado, y si se hallase otro medio mas seguro, ese deberia ser el que se adoptase.

Si Mauricio no acudía; ¿cómo conseguir reunirse con él? ¿Quién los aproximaría? ¿Quién disiparía todos aquellos errores interesados? ¿Cómo caerían los obstáculos acumulados por voluntades hostiles? Una gran tristeza se apoderó de ella y rodaron sobre su cara gruesas lágrimas, lentas y amargas. Era cerca de media noche cuando subieron Clementina y Bobart.

De esta suerte se podia robar impunemente; porque estando interesados los jueces en que el acusado apareciese á los ojos del mundo como reo de cuantas herejías habian existido, para hacer presa de la tercera parte de sus bienes, ¿qué rico podia esperar misericordia de unos hombres que esperaban su muerte ó su deshonra para hacer tan sin riesgo una tan linda grangería?

Si en Gregoria no había que buscar más que a la hembra y a la madre, pues fuera del instinto ciego por su hombre y por su prole, no se encontraban en ella rastros de otra clase de sentimientos, y esto habíalo probado muchas veces y acababa de comprobarlo ahora. ¡Ah! si el pagaré falsificado llegaba a sus manos, la suerte de Quilito estaba jugada; felizmente, Esteven había marchado a Montevideo... Esto daría algún respiro, un plazo de ocho días era mucho en las presentes circunstancias; entretanto, se buscaría con linterna un comprador para la casa, o se harían diligencias para hipotecarla... Pero, esta pálida esperanza no podía endulzar el trago amargo que la señora acababa de pasar: sus mejillas de muñeca brotaban fuego, y la ira contra misma por haber cedido a aquella idea de reconciliación tardía y de fines interesados, se mezclaba a la que sentía contra su hermana, tan orgullosa en la misma desgracia; si llega en otro momento, y pide, la hubiera recibido de idéntica manera y despedido con un no tan frío, como aquel adiós, que parecía un puntapié.

Figúrese usted que hace más de un año que vino acá. Papá decía a cada rato: «Niñas... ¿ya pagaron esa visitaNosotras no queríamos ir... porque... la verdad.... ¡No la digas; interrumpió la morena no la digas, que Rodolfo es de los interesados! ¡Adiós! ¿Y por qué no? Una es muy dueña de decir lo que quiera.... ; pero... ¡no a todo el mundo! ¿No ves que Rodolfo....?

Luego cortaba el curso de sus ambiciosos pensamientos para volver á la áspera realidad en que aún vivía. Con otros parroquianos interesados en el regadío de esta tierra, iba describiendo su aspecto presente, para hacer más violento el contraste con su futura prosperidad. ¿Qué hay aquí ahora, aparte de las personas que vivimos en la Presa?... Avestruces y pumas nada más.

Aquella noche Cándida, la huesuda señorita que ya conocemos, en vez de ir a besar la mano al P. Melchor y sentarse a su lado y cuchichear toda la velada, fue a hacer lo mismo con el P. Norberto. ¿Por qué esta deserción? En la tertulia nadie lo sabía más que los interesados y D.ª Rita.

Después que despachó su tarea, se dio a pensar en su hija, que en aquellos momentos estaba en su tocador. Luz andaba algo preocupada con la indisposición de Ángel: cosas de chicuelas enamoradas. La marquesa ignoraba lo del grave punto que había quedado pendiente la antevíspera entre los dos interesados.