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Actualizado: 27 de julio de 2025


Se desvaneció el remordimiento, que pesaba sin cesar en el alma delicada del conde, la agitación insana que a ambos atormentaba, el ardor, la violencia, la amargura qué iba oculta en el fondo de sus deliquios amorosos como el gusano en el cáliz de la rosa.

Yo le hubiera pedido perdón. Yo le hubiera repetido mil veces que le amaba. Yo le hubiera renovado mis juramentos. Yo hubiera puesto término a la insana poesía, a la soñada historia que sólo a mi vanidad satisfacía. Pero no: Braulio tiene razón, Braulio es delicado. Un marido no debe tener celos. No debe decir a su mujer que sospecha de ella.

Las ovejas, acometidas súbito de agitación insana, se pusieron a saltar y encabritarse cual si escuchasen los sones de un caramillo encantado. Ni las pedradas ni los halagos lograron retener a una gran parte de ellas.

Hermosa, morena, como enajenada, cantaba: Ni debo amarte ni olvidarte puedo, y hondo dolor mi corazón destroza. ¡Contigo, el crimen, y sin ti, la muerte! Lejos de ti, todo en mi vida es sombra. Aunque maldigo mi pasión insana, me complazco en sus cuitas deliciosas. Ni quiero amarte ni olvidarte puedo. ¡Malhaya el lazo!; pero ¿quién lo corta?

EVARISTA. Ronda y divaga el fundador, rezando por y por la pobre pecadora, implorando el descanso de ella, el descanso suyo. PANTOJA. ¡Oh! ... Allí reposarán también mis pobres huesos. PANTOJA. ¿Duda usted todavía de que mis fines son elevados, de que no me mueve ninguna pasión insana? EVARISTA. ¿Cómo he de dudar eso? PANTOJA. Pues si mi plan le parece hermoso, ¿por qué no me auxilia?

Do estás, Silvia hermosa? qué distino, Qué fuerza insana de inplacable hado El curso de aquel prospero camino Tan sin causa y razon nos ha cortado? O estrella! ó suerte! ó fortuna! ó signo! Si alguno de vosotros ha causado Tamaña perdicion, desde aqui digo Que mil cuentos de veces os maldigo. Yo morire por lo que al alma toca, Antes de hacer lo que mi ama quiere.

Sin embargo, antes de ponerse el sol deslizóse furtivamente sin que nadie se percatase de su marcha y llegó hasta su finca de Cerezangos. Era una curiosidad insana la que le arrastraba hasta allí; un deseo de añadir más dolor á su dolor y encenagarse por completo en él. El hermoso, florido campo que tanto amaba había sido partido, destrozado.

Doña Lupe le rogó varias veces que fuese a ver a Maximiliano, que continuaba encerrado en su cuarto, y le daban la comida por un tragaluz, no atreviéndose a entrar ni la señora ni Papitos, porque los aullidos que daba el infeliz eran señal de agitación insana y peligrosa.

Entonces una propone jugar a la cuerda y las demás acceden batiendo las palmas. Jovita es la primera. Salta, salta hasta que queda rendida y se deja caer sobre el césped, llevándose la mano al corazón, que palpita con la fatiga, no con la agitación insana de las pasiones juveniles.

Francisco de Rioja le dedicó una silva, y en ella aprueba su conducta en versos que parecen hechos para censurar la insana pasión de la malva. Véase lo que dice Rioja: ¡Oh, como es error vano fatigarse por ver los resplandores de un ardiente tirano, que impío roba a las flores el lustre, el aliento y los colores! Todas las plantas tienen, en suma, sus veleidades, sus odios, sus amores.

Palabra del Dia

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