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Actualizado: 3 de octubre de 2025
Todos los vecinos de Entralgo estaban inquietos, sacudían la cabeza con tristeza vaticinando una catástrofe. Porque todos conocían el carácter violento, arrebatado del capitán. No dudaban que, exasperado como estaba, pudiera cometer una acción que ocasionase su ruina. La Providencia no quiso que un tan bravo caballero fuese á morir en una cárcel.
Tales son las siguientes: La campana de Aragón, cuyo argumento pinta enérgicamente la lucha entre la nobleza aragonesa y el poder real, que al fin deja caer su roto cetro sobre sus inquietos vasallos. La inocente sangre. Al empezar el reinado de Fernando IV tuvo que luchar este Rey con un partido contrario, que intentaba ceñir la corona en las sienes de su tío Alfonso.
Al llegar la noche, rendidos de fatiga, hambrientos e inquietos, se detuvieron al pie de un árbol del pan, de enorme tronco. ¡Pobre tío! dijo Cornelio con tristeza . ¡Qué mal rato estará pasando! Ya lo encontraremos, señor Cornelio. Mañana al amanecer nos pondremos en marcha y discurriremos el modo de comunicarnos con él. ¡Qué mala noche pasará, Horn!
Mientras el rey Bermudo, resuelto á no ver repetida en mengua propia la pérdida que afrenta la memoria de Rodrigo, vence el desaliento, olvida sus achaques, triunfa de vanos terrores, hace el noble sacrificio de sus enojos y resentimientos, y procura reducir los inquietos ánimos del castellano y del navarro á una poderosa liga contra el formidable enemigo de la cristiandad, Almanzor pone en Córdoba el complemento á su gloria terminando las obras de la mezquita.
»En más de una ocasión me hizo notar su estado; cuando le sorprendía en sus paseos por el parque, le encontraba solo, la cabeza baja, y sus ojos contenían con dificultad sus lágrimas; inquietos al verle de este modo, le preguntamos el motivo que tanto le afligía. »Mi pobre madre nos dijo está en peligro de muerte.
Así pudieron los barberos continuar tranquilamente el rasuramiento de Edwin, dejando caer sus proyectiles de espuma densa, que al esparcirse sobre la tierra hacían saltar inquietos y asustados á los corceles de los guardias. Cuando dieron por terminada esta operación, se dedicaron al corte de los cabellos del gigante, trabajo más rudo y peligroso.
El cuarto estaba casi a oscuras; por las rendijas de la madera penetraban dos o tres rayos de sol, agitando millares de átomos inquietos que bullían como polvo de luz; las galas estaban esparcidas sobre un sofá de raso, y el corsé de seda azul con trencillas blancas, caído al pié de una butaca.
Y Nélida, ofendida, sólo había tenido desde entonces palabras tiernas y caricias para los dos animales. En cuanto a él, lo detestaba. Comenzó a zarpar el vapor. Soltáronse los cabos que lo unían a tierra; la proa se apartó del muelle. Rugía la música la marcha de partida. Algunos pasajeros se mostraron inquietos recordando a los de la comitiva del desafío. Se iban a quedar en tierra.
No podía estarse quieto cinco minutos. Si cualquiera hiciese al cabo del día la mitad de movimientos que él, caería rendido antes de llegar la noche. Castro seguía sus movimientos con ojos burlones y desdeñosos. Pero estos ojos se tornaron serios e inquietos al ver que su amigo se acercaba a la mesa de noche y se ponía a jugar con un precioso revólver que allí tenía.
Es medianamente alto, delgado, de ojos pequeños e inquietos, y un poco desgalichado: su rostro ofrece el sello de meditación y tristeza que comunica una vida consagrada casi por entero al estudio de los arduos problemas de la Filosofía.
Palabra del Dia
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