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Actualizado: 13 de julio de 2025
Lo propio sucede en lo relativo á la práctica. Hombres profundamente inmorales hablarán de la moral, de tal suerte que manifiesten no desconocer sus reglas; pero estas reglas las saben ellos en general, sin haberse cuidado de hacer aplicaciones, sin haber reparado en los obstáculos que impiden el ponerlas en planta en tal ó cual ocasion, sin que se les ocurran de una manera pura y viva, cuando se ofrece oportunidad de hacer uso de ellas.
Condena enérgicamente los abusos inmorales, que se habían deslizado en las iglesias metropolitanas, catedrales y otras, y habla de los juegos escénicos, mascaradas, monstruos, espectáculos y diversas figuras escandalosas, que aparecían en las iglesias en las fiestas de Navidad, de San Esteban, San Juan, los Inocentes, cuando se cantaban nuevas misas y en ciertos días festivos, y de los desórdenes que producen, y de las poesías chocarreras y bufonadas que se oyen en ellas, sin reparar en que se celebra al mismo tiempo el culto divino, y que lo interrumpen y conturban.
De los demás autores dramáticos de la primera mitad del siglo XVIII, como Pedro y Francisco de Scoti y Agóiz, Jerónimo de Guedeja y Quiroga, Rodrigo Pedro de Urrutia, Diego de Torres y Villarroel y otros, es preferible no hablar palabra alguna, porque el examen de sus obras, en los casos más favorables, se reduciría á repetir hasta el cansancio lo que ya conocemos, y adolecería además de una uniformidad desconsoladora por sus argumentos áridos, inmorales y detestables, y por su desarrollo sin forma ni concierto.
Los poetas dramáticos tienen que hacer hablar a sus personajes según el carácter, condición y pasiones que representan, sin que en tan estrecho cuadro, como es el de un drama, haya fácil modo de poner correctivo a las malas doctrinas o sentencias inmorales que dichos personajes puedan emitir. Así es que los pobres poetas dramáticos fluctúan entre dos escollos.
Por fortuna el ideal ha desaparecido y sus representantes no tardarán en desaparecer. El literato ya no pide a la sociedad privilegios inmorales: es un hombre que debe trabajar como los demás y sacar el mejor partido posible de sus productos.
Hace tiempo, los cerdos de Galicia llevaban una vida completamente patriarcal. Eran, quizás, algo inmorales, eran glotones y tenían una cierta socarronería muy campesina; pero ninguno de ellos estaba contaminado por las ideas del siglo. Los chicos de los paisanos crecían entre ellos, y a veces, chicos y cerdos dormían en la misma habitación. ¿Puede imaginarse nada más virgiliano?
Todo esto había pasado con la celeridad del relámpago. El heroico desprendimiento con que los toreros se auxilian y defienden unos a otros, es lo único verdaderamente bello y noble en estas fiestas crueles, inhumanas, inmorales, que son un anacronismo en el siglo que se precia de ilustrado.
En las horas que le dejaban libre los afanes y cuidados de la casa y aun de la administración de la hacienda, de la que suavemente había despojado a su marido por no considerarle capaz, doña Inés solía ocuparse en lecturas que adornaban y levantaban su espíritu. Rara vez perdía su tiempo en leer novelas, condenándolas por insípidas o inmorales y libidinosas.
Los principios inmutables, á los que rindo fervoroso culto, me impiden haceros ninguna clase de ofrecimiento de los que tanto abundan, por desgracia, en los manifiestos políticos. Tales ofrecimientos no pueden menos de ser para todo hombre de recto sentido altamente inmorales, pues casi siempre se fundan en el privilegio y la injusticia.
No desconozco que en un caso dado, tiene mas probabilidad de alcanzar un fin el que puede emplear cualquier medio por no reparar en ninguno, como le sucede al hombre malo; y que no dejara de ser un obstáculo gravísimo el tener que valerse de muy pocos medios ó quizas solamente de uno, como le acontece al virtuoso, á causa de que los inmorales son para él como si no existiesen; pero si bien esto es verdad considerando un negocio aislado, no lo es ménos que andando el tiempo, los inconvenientes de la virtud se compensan con las ventajas; así como las ventajas del vicio se compensan con los inconvenientes; y que en último resultado, un hombre verdaderamente recto llegará á lograr el fruto de su rectitud alcanzando el fin que discretamente se proponga; y que el inmoral expiará tarde ó temprano sus iniquidades, encontrando la perdicion en la extremidad de sus malos y tortuosos caminos.
Palabra del Dia
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