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Actualizado: 21 de julio de 2025
El sentimiento que le inspiraba aquella mujer en las Micaelas; la inexplicable mescolanza de terror y atracción prodújose en aquel instante en su alma con mayor fuerza. Mauricia le infundía miedo y al propio tiempo una simpatía irresistible y misteriosa, cual si le sugiriera la idea de cosas reprobables y al mismo tiempo gratas a su corazón.
Calle de la Compañía se llama la que comienza en los edificios citados, y, así ella como todas las plazuelas, calles y callejas inmediatas, se componen de una sucesión de altas construcciones de piedra, ó sea de una no interrumpida serie de palacios, de iglesias, de conventos, de colegios y de casas señoriales, que nos infundía respeto y veneración.
Mas que a Rocchio no le tocaran al bolsillo, su punto vulnerable, porque entonces ya no respondía de sí mismo; salía a su defensa con aquella voz tonante, que infundía pavor cual una descarga de metralla, y levantando sus puños formidables, dispuesto a aplastar, como un insecto, al que cogiera debajo.
Don Braulio se abismaba en tales meditaciones, y salía de ellas tan mezquino y ruin a sus propios ojos, que se infundía lástima. Se sentía amilanado y postrado. Miraba a su mujer, que en realidad era hermosa, elegante, discreta.
Cuando Toledo, y Segovia, y Burgos, y Valladolid, y todas las ciudades castellanas decaían; esto es, cuando se hubo entronizado en nuestro suelo la calamitosa dinastía austriaca, Salamanca se libró, por excepción y privilegio, de aquella postración general, que muy luego rayó en indescriptible miseria; y este privilegio y esta excepción fueron también debidos á la perdurable boga de su Universidad, al respeto que infundía, al constante atractivo que ejerció sobre Reyes, Prelados, Grandes, Sabios y hasta Santos, obligándolos á ir á rendirle pleito-homenaje y á enriquecerla más y más con nuevas fundaciones.
Mutileder era muy monárquico, y el Rey, por ser rey y por su ciencia infusa y demás virtudes, le infundía respeto. Salomón, además, no tenía culpa ninguna ni había ofendido a Mutileder. Había aceptado el presente que le habían traído, y había dado prueba de buen gusto al aceptarle y guardarle. A veces concebía Mutileder cierta halagüeña esperanza.
Lo único que le infundía cierto pavor en esta naturaleza grandiosa y muda, á través de la cual habían pasado y repasado sus ascendientes, eran los poderes misteriosos y confusos que parecían moverse en la soledad. Ovejero tenía un alma religiosa á su modo y propensa á las supersticiones.
Lívido, desencajadas las facciones, los cabellos en desorden sobre la frente empapada en sudor glacial, loca la mirada, temblorosos los labios, las manos, todo el cuerpo, como si fuera presa de la fiebre, el Príncipe Alejo infundía pavor.
Aquellos individuos merendaban alegremente, y nos dispensaron una acogida cariñosa, brindando, así que entramos, a nuestra salud. Observé que, en medio de la confianza, don Jenaro infundía cierto respeto a todos. De las tres muchachas, una se llamaba Concha la Carbonera: era delgada, de un rubio ceniciento, mejillas pálidas y marchitas y ojos azules, fieros y desvergonzados.
Jaime seguía mirando al Ferrer con la irresistible atracción de la antipatía. Manteníase el verro silencioso y como distraído entre sus admiradores, que formaban corro en torno de él. Parecía no ver a los demás, fijos sus ojos en Margalida con una expresión dura, cual si pretendiese vencerla bajo esta mirada que infundía miedo a los hombres.
Palabra del Dia
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