Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de junio de 2025


Y no fué aquél el último ni tampoco el más sangriento desastre de aquella época calamitosa que distinguió á los últimos años del pasado siglo. El fuerte de Tandag, baluarte el más seguro y cabecera de los dominios de la costa N., fué sitiado por mar y tierra en 1754 por todas las fuerzas que pudo reunir el Sultán de Tamontaca, cuyo número pasaba de 3.000 hombres é infinidad de embarcaciones.

Cuando Toledo, y Segovia, y Burgos, y Valladolid, y todas las ciudades castellanas decaían; esto es, cuando se hubo entronizado en nuestro suelo la calamitosa dinastía austriaca, Salamanca se libró, por excepción y privilegio, de aquella postración general, que muy luego rayó en indescriptible miseria; y este privilegio y esta excepción fueron también debidos á la perdurable boga de su Universidad, al respeto que infundía, al constante atractivo que ejerció sobre Reyes, Prelados, Grandes, Sabios y hasta Santos, obligándolos á ir á rendirle pleito-homenaje y á enriquecerla más y más con nuevas fundaciones.

Genara se había establecido en su antigua casa, notoria tres años antes por la tertulia a que concurrían literatos tiernos y políticos maduros; pero ya en el invierno de 1833 no se abrían las puertas de aquella feliz morada para el primer poeta que viniese de su provincia cargado de tragedias, ni para los tenores italianos, ni para los abogados oradores que empezaban a nacer en las aulas con una lozanía hasta cierto punto calamitosa. El círculo era mucho más estrecho y las amistades más escogidas, con lo que ganaba en consideración la casa. Y aquí viene bien decir que la interesante señora había perdido por completo su afición a la poesía lírica (que no hay cosa durable en el mundo), y tanto caso hacía ya del prisionero de Cuéllar como de las nubes de antaño.

Mira: cuando las miserias y desdichas tienen larga la corriente y son continuas, o se acaban presto con la muerte, o la continuación dellas hace un hábito y costumbre en padecellas, que suele en su mayor rigor servir de alivio; mas cuando de la suerte desdichada y calamitosa, sin pensarlo y de improviso, se sale a gozar de otra suerte próspera, venturosa y alegre, y de allí a poco se vuelve a padecer la suerte primera, y a los primeros trabajos y desdichas, es un dolor tan riguroso, que si no acaba la vida es por atormentarla más viviendo.

Después de ofrecerle su casa con no pocas zalamerías, rogó al caballero tuviese la bondad de decirle su nombre para conocer mejor a la persona a quien debía agradecer galanterías inauditas en una época ¡ay! en una época calamitosa y estéril en que no había caballeros. Dicho el nombre, la momia lo repitió con agrado y después dijo: ¿Militar? No, señora, paisano. ¿Andaluz? Alavés.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando