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Actualizado: 20 de junio de 2025


Por eso había navegado con rumbo al Sudeste y cuando se aproximó a la costa occidental del Nuevo Mundo, se hallaba a los 36 grados de latitud austral. No sin recelo y con extraordinaria cautela para evitar encuentros y combates con gentes desconocidas y bárbaras, Morsamor y los suyos saltaron en tierra en busca de agua potable. Fertilísimo era el agreste e inculto suelo que pisaron.

Esa inmensa region, de asombrosa fecundidad y tan felizmente dotada de fáciles comunicaciones en sus muchos rios afluentes, el Magdalena, los caños ó canales naturales y las llanuras vastísimas, es un desierto solitario, inculto, á donde el hombre casi no ha llevado su poder conquistador, y en cuyo seno existirá en una época lejana una poblacion vigorosa de muchos millones y de riqueza imponderable.

Y no hay que olvidar que en este momento la historia, esa justiciera implacable, está personificada en nosotros. Tocad la marcha. Los sabinos avanzan del modo indicado por Marcio: dos pasos al frente, un paso atrás. De esta suerte atraviesan lentamente la escena y desaparecen entre bastidores. La escena del primer cuadro. El aspecto es ya menos inculto.

Cuando sueña es teniendo delante un enorme jarro de cerveza y dos kilógramos de pan; fuma brutalmente; come con voracidad y glotonería, y en todas sus manifestaciones es inculto, pero con candor y sin caer en cuenta de su mal gusto. El Suizo aleman no le va en zaga, contrastando en todo lo que es asunto de finura, gusto y elegancia con el suizo ginebrino, neuchatelés ó vaudense.

Hay también, en las novelas tabernarias, adornadas con las más exquisitas sublimidades, una enorme dificultad que vencer y que es rara vez vencida: combinar el lenguaje, cuando no rufianesco, vulgar e inculto, con un estilo elevado, apto para expresar los sentimientos más delicados y nobles.

Andrés mío: ¡Yo, pobrecito de ; yo, Bachiller; yo, batueco y natural, por consiguiente, de este inculto país, cuya rusticidad pasa por proverbio de boca en boca, de región en región; yo, hablador y careciendo de toda persona dotada de chispa de razón con quien poder dilucidar y ventilar las cuestiones que a mi embotado entendimiento se le ofrecen y le embarazan, y , cortesano y discreto! ¡Qué de motivos, querido Andrés, para escribirte!

Pues, ¿qué diremos de la facilidad con que una reina o emperatriz heredera se conduce en los brazos de un andante y no conocido caballero? ¿Qué ingenio, si no es del todo bárbaro e inculto, podrá contentarse leyendo que una gran torre llena de caballeros va por la mar adelante, como nave con próspero viento, y hoy anochece en Lombardía, y mañana amanezca en tierras del Preste Juan de las Indias, o en otras que ni las descubrió Tolomeo ni las vio Marco Polo?

»Madrid como pueblo tolerante y centro de placeres para todos los gustos y para todas las inclinaciones, ya sabes, por mis relatos, lo que me promete. Aquí, según lo que me ha pasado, todo el mundo puede hacer lo que más le acomode, sin perjuicio del prójimo, por supuesto; pero es á trueque de romperse el alma con todos y cada uno de los que opinen de otro modo: esto es lo que yo ignoraba y lo que menos me conviene. En una palabra, para que yo viviera á gusto y disfrutara de todos los placeres con que brinda Madrid á los desocupados, sería preciso que olvidase todas mis costumbres y se cambiasen las condiciones de mi naturaleza: esto es tan imposible como que yo vuelva á leer un artículo de fondo, después que cómo y por qué se escriben. No por ello me pesa el viaje, pues te he dado un abrazo y he conocido lo que vale el inculto rincón de mis mayores, trocándole por la civilización.

Tenía la voz aunque imperiosa, encantadora, y su persona exhalaba un perfume penetrante y sutil, intenso y turbador, que juntamente producía fascinación al espíritu y embriaguez a los sentidos. El hombre inculto e ignorante, incapaz de analizar lo que experimentaba, pero hombre al fin, sintió la tentación y el ánsia que la fruta puesta al alcance de la boca del niño.

Encontró en mi un niño salvaje, inculto, en plena ignorancia, fácil de someter, difícil de convencer, vagabundo en toda la extensión de la palabra, sin la menor idea de disciplina y de trabajo y que se quedó con la boca abierta la primera vez que le hablaron de estudio y empleo del tiempo, asombrado ante la idea de que la vida no estuviera reducida al hecho de corretear de acá para allá por el campo.

Palabra del Dia

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