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Preciso es, pues, que toda esta multitud heterogénea encuentre allí alimento que la nutra y que le agrade, y la sana doctrina que paladea con delicia la abadesa en la Intención de cada mes, seria, profunda y devota, es manjar harto sublime para el embotado paladar de aquellos otros que sólo podrán tragar esa misma celestial doctrina, envuelta en una salsa lícitamente profana.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Iban a quedarse allí para siempre? y embotado su pensamiento por la fatiga y el vértigo de la desorientación, creían que la noche no iba a terminar nunca, que se apagaría la antorcha y la barca se convertiría en negro ataúd, sobre el cual flotarían eternamente sus cadáveres. Rafael, que iba de espaldas a la proa, vio una luz a su izquierda.

Pero ¿no había muerto?... Su embotado pensamiento formulaba esta pregunta, y tras muchos esfuerzos se contestaba á mismo que Pimentó había muerto. Ya no tenía, como antes, la cabeza rota; ahora mostraba el cuerpo rasgado por dos heridas, que Batiste no podía apreciar en qué lugar estaban; pero dos heridas eran, que abrían sus labios amoratados como inagotables fuentes de sangre. Los dos escopetazos: cosa indiscutible.

Una idea absurda danzaba en su embotado pensamiento, manteniéndolo despierto con el cosquilleo de la tentación. «¿Qué haría esta gachí si yo me levantase, y, pasito a pasito, fuese a darle un beso en ese morrillo tan rico?...» Pero sus propósitos no pasaban de un mal pensamiento. Le inspiraba aquella mujer un respeto irresistible.

Andrés mío: ¡Yo, pobrecito de ; yo, Bachiller; yo, batueco y natural, por consiguiente, de este inculto país, cuya rusticidad pasa por proverbio de boca en boca, de región en región; yo, hablador y careciendo de toda persona dotada de chispa de razón con quien poder dilucidar y ventilar las cuestiones que a mi embotado entendimiento se le ofrecen y le embarazan, y , cortesano y discreto! ¡Qué de motivos, querido Andrés, para escribirte!

Y las tres mujeres, con el cerebro embotado por el choque de confusos pensamientos, arrastrando sus hermosas faldas, que olían a cuadra, subieron lentamente la escalera, como agobiadas por el dolor. Amparito, en otras ocasiones la más risueña y juguetona, era la que ahora lloraba como una niña, Su madre había tenido que sacarla de la infecta cuadra cogiéndola del brazo.

Entretanto, los niños adultos tienen la fisonomía muerta y el espíritu embotado. Los estragos de la chicha son terribles, sobre todo en las mujeres, aglomeradas siempre en las puertas de los inmundos almacenes donde se expende la bebida fatal. Abotagadas, sucias, vacilantes en la marcha, hasta las más jóvenes presentan el aspecto de una decrepitud prematura.

El prurito y cosquilleo se observan en la nariz y en las narices; hay alguna irritacion en el interior, sequedad, romadizo, coriza y aun coriza fluente; sale de la nariz, por gotas un humor parecido al agua clara; estornudos frecuentes, y el olfato que en el coriza catarral está embotado, en el agárico está exaltado.

No aportan a las reuniones sociales más que un espíritu embotado por la preocupación de los negocios, y no buscan, al frecuentar los salones a la moda, sino un mercado donde aumentar sus relaciones. ¡Para escapar al contagio y permanecer entre la gente de su clase, les aseguro, hay que violentarse!

El olfato se adiestra para atinar con los perfumes distinguidos y para no confundirlos con los que sahúman o aromatizan a la gente ordinaria; el tacto adquiere perspicacia asombrosa para reconocer y disfrutar lo suave, aterciopelado, tibio y madoroso; y el paladar, por último, deja de estar embotado por los groseros guisotes patrios, se limpia y se despeja y llega a penetrarse de cuantos deliciosos sabores dan a sus guisos los más inspirados cocineros del mundo.