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Actualizado: 7 de mayo de 2025
16 Porque si bendijeres con el espíritu, el que ocupa lugar de ignorante ¿cómo dirá amén a tu acción de gracias? Pues no sabe lo que has dicho. 18 Doy gracias a mi Dios que hablo lenguas más que todos vosotros; 23 De manera que, si toda la Iglesia se juntare en uno, y todos hablan lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?
¿Pero Sam Weller no tiene más que cuadros auténticos? ¡Um!... dijo Marenval con acento de duda. Los pintores que los han hecho son conocidos y hay todavía personas que se los vieron pintar. ¿Y sus Rembrandt y sus Hobbema de usted, quién los garantiza? replicó Marenval con ironía. ¿También se les ha visto hacer? Los franceses sois incrédulos, dijo Harvey con calma.
¡Pues qué es usted.... Dios mío! Y Lucía cruzó acongojada las manos. Lo que el Padre Urtazu llamaría... un incrédulo. ¡Ah! gritó ella con ímpetu . El Padre Urtazu diría que son unos malvados los incrédulos todos. Pudiera añadir el Padre Urtazu que todavía son más infelices. Es verdad replicó Lucía trémula aún, como arbusto sacudido por el cierzo . Es verdad: todavía más infelices.
Los juglares y saltimbanquis aquí y allá entretenían la curiosidad del bajo pueblo con mil suertes maravillosas y estupendas: aquí mandaban y se hacían obedecer de las alimañas y fieras traídas del interior del Africa; allí, a una voz, hacían salir de la tierra árboles que crecían, se cubrían de hojas y flores, madurando sus frutos, que los incrédulos cogían y gustaban.
Un viento frío recorrió la sala é hizo vacilar las azuladas llamas de las lámparas sepulcrales. Los más incrédulos se estremecieron. Yo soy Imuthis, contestó la cabeza con voz sepulcral pero estrañamente amenazadora; nací en tiempo de Amasis y fuí muerto durante la dominacion de los Persas, mientras Cambyses volvía de su desastrosa espedicion al interior de la Lybia.
Los incrédulos afirmaban que la tal visión surgía siempre cuando el observador regresaba de algún boliche lejanísimo llevando muchas copas en el cuerpo. Después de exponer el pro y el contra del asunto, el viejo «baquiano» terminaba así: En un año no tropezamos con ninguno de esos animales, y fuimos de lago en lago desde el Nahuel Huapi hasta cerca de Magallanes.
Apenas hay mujer, por cándida que sea, que se atreva a decir a nadie esto que aquí se apunta; pero las más de ellas, cuando se encuentran en la posición de doña Luz, lo sienten y lo creen a pies-juntillas, aunque se lo callan por temor de las burlas irreverentes de incrédulos y bellacos. Dimanaba de todo algo como embriaguez de felicidad para doña Luz.
Para él, sólo los grandes de la tierra podían permitirse el placer de viajar, y abría unos ojos escandalizados e incrédulos cuando Gabriel afirmaba que muchas de aquellas gentes eran zapateros de Londres o tenderos de París que se daban en las vacaciones el regalo de una excursión por el antiguo país de los moros.
Procure no repetir tales cosas en presencia de sus amigas dijo Ojeda con el mismo tono zumbón . Como usted afirmaba antes, la impiedad da muy poco en América, y el catolicismo es algo que dejó muy arraigado en las mujeres la educación española. Los hombres son indiferentes, son incrédulos, pero jamás se atreven a ser impíos.
Insensato discurrir de los indiferentes en materias de religion. Impropio fuera de este lugar, un tratado de religion, pero no lo serán algunas reflexiones para dirigir el pensamiento en esta importantísima materia. De ellas resultará que los indiferentes ó incrédulos son pésimos pensadores.
Palabra del Dia
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