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Actualizado: 30 de abril de 2025
Llegó hasta ella rendido y sin aliento, que el bien, aunque sea fingido, cuesta caro, y parándose primero ante la puerta cerrada del templo, rodeó después el edificio a grandes pasos, buscando inútilmente entrada franca para la casa de Dios.
No debo ser el ideal de Julio. No existe su ideal. "Cualquier galantería suya me halaga de un modo indecible. No puedo creer que mi cariño por él esté condenado a vivir ocultamente, para mí sola". "22 de mayo. "Esta tarde, con gran espontaneidad, me habló de su vida, de su infancia, de lo que ha buscado inútilmente cuando cortó sus estudios y viajó por Europa.
Otra vez, en la montaña, se habían detenido delante de la rajada puerta de una capillita, en cuya cerradura estaba puesta la vieja y mohosa llave; ella trató de abrir con su débil y blanca mano, pero inútilmente, y entonces él dio vuelta a la llave, y en el momento de abrir ante su devota compañera el sagrado lugar, pensaba cuán grande era la secreta fuerza de esa debilidad aparente: la pobre mano se había cansado en vano y parecía tener que renunciar a su intento; pero un musculoso brazo, puesto a su servicio, había vencido por ella el obstáculo.
Ricardo se arrastró inútilmente entre los matorrales, no viendo mas que á los dos hombres enfrascados en su conversación y el rancho ruinoso, que por el lado opuesto tenía cerrada su única entrada con unos maderos mal unidos.
Buscó á éste inútilmente durante varios días. Visitó á los consignatarios de Nápoles, que se imaginaban al capitán de regreso á su país hacía mucho tiempo. Al no encontrarle sintió miedo. Debía estar ya en Barcelona, y lo que había empezado como un viaje heroico iba á convertirse en una fuga de adolescente travieso.
Decidme una sola palabra de afecto, ya que no de amor y ella bastará para animarme y sostenerme en vuestra ausencia, más mortal mil veces que todos los peligros de la guerra. Pero ¡ay de mí! os he atemorizado con mis palabras, ofendídoos quizás.... La conmovida doncella se había llevado las manos al pecho y por dos veces trató de replicar, pero inútilmente.
No, primo; si os pude considerar árabe lejos de mis ojos, abanderizando el Africa, confiándoos en la fe berberisca y combatiendo inútilmente en la Goleta y Túnez estos mismos castellanos que queréis vencer en nuestro país, nunca presumí que en ánimo morisco, quien nació ya cristiano, viniese a ofrecer su amor a quien no quisiera ver un príncipe en un amante, sino sólo un caballero.
La digna esposa de Infanzón también estaba cansada, aburrida, despeada, pero no aturdida. Hacía más de una hora que no oía palabra de cuanto hablaba aquel charlatán, sin vergüenza, libertino. «¡Oh, si no fuera porque su marido todo lo consideraba inconveniencia y falta de educación! ¡Si no fuera porque estaban en la casa de Dios!... Estaba escandalizada, furiosa. ¡Bonito papel iban representando ella y el bobalicón de su marido! Le había hecho señas, pero inútilmente.
Inútilmente alegó que las voluntades eran libres, y que no queria ni una cosa ni otra, fué forzoso que escogiese; y en virtud de la dádiva de Dios que llaman libertad, se resolvió á pasar treinta y seis veces baquetas, y sufrió dos tandas. Componíase el regimiento de dos mil hombres, lo qual hizo justamente quatro mil baquetazos que de la nuca al trasero le descubriéron músculos y nervios.
Toda su serenidad olímpica desapareció entonces al fin. Se cubrió el rostro con las manos y rompió a llorar como una Magdalena. Paco Ramírez, entre tanto, había buscado inútilmente a don Braulio por mil partes y de mil modos. Luego discurrió ir a casa del Conde de Alhedín.
Palabra del Dia
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