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Actualizado: 3 de junio de 2025


Debemos advertir que doña Ana no había oído nunca hablar ni al rey ni al duque de Lerma; y que la voz del duque, por la soberbia de éste, y su gran aprecio de si mismo, tenía un timbre particular, hueco, campanudo, grave, que daba á conocer al gran señor que habla siempre mandando, imponiendo, obteniendo inmediatamente una respetuosa obediencia. Retiráos abajo, Montiño añadió el duque.

Hay quien lo da a cambio de una comida, de un paseo en automóvil o de un cigarro puro. Hay quien vota por amistad, y hay algo mucho peor aún: hay quien vota por convicciones políticas. Y así se explica el que se presenten candidatos hombres que no tienen donde caerse muertos. Yo creo que se debiera constituir una liga de electores imponiendo una tarifa mínima para los votos.

Acaso no hubiera dicho nada, ó al menos hubiera dicho poco, si no la hubiésemos encargado sigilo; pero no hablar sobre el asunto, cuando la encarecimos el secreto; no decir nada del secreto que se la fia; no revelar aquel misterio de que ella se enamora; no llevarse el dedo á la boca, imponiendo silencio á Luisa; no cogerla del brazo; no llevarla aparte; no mirar con aire aturdido á uno y otro lado como para ver si es oida de alguno; no cuchichear al oído de aquella pobre jóven; no descubrirla todo lo que nosotros la habiamos suplicado que ocultara; renunciar al placer supremo de esa patética pantomima, decididamente, lectores mios, eso no lo ha hecho madama Fonteral; eso no lo hace ninguna mujer; eso seria un milagro, y el milagro no es el genio de nuestro siglo, sobre todo, no es la gracia especial de las mujeres de Paris.

Sólo una humanidad inferior gritó puede llevar en sus bolsillos semejantes porquerías. No creo que tengan empeño los Hombres-Montañas, si gozan de sentido común, en adquirir tales suciedades. Esto debe ser simplemente un vicio, una mala costumbre del gigante que ha venido á perturbarnos con su presencia. Pero una nueva aparición borró el malestar del público, imponiendo silencio al tribuno.

Canterac y el contratista, cada uno por su parte, habían declarado festivo aquel día, imponiendo el descanso á sus obreros. Frente á la casa había un carruajito de cuatro ruedas, cuidado por un mestizo.

Ese rápido y creciente desenvolvimiento en intereses materiales, poderosamente había de influir en los morales, sintiéndose no pocos vacíos en la vida jurídica de aquellos pueblos, y de aquí tanta y tanta reforma como de día en día se lleva á Filipinas, y de aquí el que el código indiano resultara deficiente, y el que aquella imperecedera recopilación de Carlos II, base y fundamento del derecho escrito ultramarino, no respondiera á las necesidades de las nuevas civilizaciones, imponiendo la necesidad la promulgación de nuevos códigos y leyes.

Mas Jacobo, con la prudencia con que moderaba todos los gastos de Currita desde que metía él la mano hasta el codo en sus arcas, desechó terminantemente el proyecto, imponiendo más bien que presentando otro más económico y también más nuevo... Dos cuadrillas imitando las piezas de un juego de ajedrez, blancas y negras, y una partida jugada por ellas mismas en forma de contradanza; Luis Fonseca, su compañero de embajada, habíalas visto jugar así en Conchinchina cuando las fiestas en honor de Phara-Norodon, rey de Cambodge.

El puritanismo, que persiguió toda belleza y toda selección intelectual; que veló indignado la casta desnudez de la estatuas; que profesó la afectación de la fealdad, en las maneras, en el traje, en los discursos; en la secta triste que, imponiendo su espíritu desde el Parlamento inglés, mandó extinguir las fiestas que manifestasen alegría y segar los árboles que diesen flores tendió junto a la virtud, al divorciarla del sentimiento de lo bello, una sombra de muerte que aún no ha conjurado enteramente Inglaterra, y que dura en las menos amables manifestaciones de su religiosidad y sus costumbres . Macaulay declara preferir la grosera «caja de plomo» en que los puritanos guardaron el tesoro de la libertad, al primoroso cofre esculpido en que la Corte de Carlos II hizo acopio de sus refinamientos.

Luna aceptó, imponiendo su voluntad a Esteban cuando éste quiso protestar alegando su falta de salud. Sólo haría el servicio de vigilancia mientras durase el verano. Además, eran dos pesetas diarias, casi más de lo que ganaba el Vara de palo. Los ingresos de la casa iban a doblarse, y no era cosa de perder tan buena ocasión.

Haciendo grandes esfuerzos e imponiendo una contribución al comercio, logró el virrey alistar una escuadra, cuyo jefe evitó siempre poner sus naves al alcance de los cañones ingleses, dando lugar a que Andson apresara el galeón de Manila, que llevaba un cargamento valuado en más de tres millones de pesos.

Palabra del Dia

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