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Actualizado: 27 de junio de 2025
Lo declaraba con orgullo: pocos días llevaba allí, y los empleados le elogiaban, porque «hacía un buen preso», siendo el primero en la formación y ayudándoles con su influencia para que todos obedeciesen. Los compañeros y consortes le respetaban. Sabían que no era un ladronzuelo cobarde, de los que meten los dedos en los bolsillos y huyen muertos de miedo a la menor alarma.
Una parte de ellos persigue á los fugitivos por el camino de Villoria; otros siguen á los que huyen por la calzada de Entralgo. Toribio desdeña esta persecución. Con el garrote en alto y dando feroces gritos, que resuenan temerosamente en el valle pasea su furor y su triunfo por todo el campo de la iglesia. Bartolo. Media hora después no quedaba un ser viviente en este campo.
No hay miedo decía el otro . Acuérdate que me diste unas ligas de piel de anta, y las víboras huyen de mis pies al percibir el olor de este cuero. Al fin, una tarde, Jaramillo hizo un esfuerzo, sacrificándose por la amistad. Ya que lo quieres.... Y cerrando los ojos le reveló el gran secreto.
Huída de los indios Chiquitos á los bosques y selvas, temerosos de la venganza de los soldados españoles I 70 Huyen á los bosques los indios Puyzocas, después de haber dado muerte al P. Lucas Caballero II 84 Huyen los indios del pueblo de San Rafael á causa de haberse desarrollado la peste II 243 Idioma de los Indios Chiquitos I 64
14 Salid al encuentro llevando aguas al sediento, oh moradores de tierra de Tema, socorred con su pan al que huye. 15 Porque de la presencia de las espadas huyen, de la presencia de la espada desnuda, de la presencia del arco entesado, de la presencia del peso de la batalla. 16 Porque así me ha dicho el SE
Por desgracia, los que contra ella se rebelan, lejos de dar la cara, huyen y se esconden, prolongando así indefinidamente la guerra, los gastos y los sacrificios, y haciendo morir, mil veces más que en los combates, por las enfermedades, la flor de nuestra juventud generosa.
Los cosacos desembocaron del sendero en el prado de enfrente, encorvados sobre sus caballos, con las piernas encogidas, a rienda suelta y corriendo a todo correr hacia la casa forestal, como ciervos perseguidos. ¡Ah! huyen como diablos gritó el doctor.
Los caballos, asustados, huyen arrastrando las riendas, y allá lejos, en medio de los caminos, relinchan. Manuel Tovío, Manuel Fonseca, Ramiro de Bealo y el menor de sus hijos acosan en cerco a Don Gonzalo y Don Rosendo. De pronto, entre el restallar de las picas sobre los cráneos y el cóncavo tundir de los puños contra los pechos, se levanta, como el claro canto de un gallo el grito de Don Manro.
Sonrió Elena levemente de su temor, al mismo tiempo que susurraba con una vocecita melancólica: La vida es así; se fijan en nosotras los hombres que no deseamos, y en cambio aquellos que nos interesan huyen casi siempre. Al oir esto volvió el joven á levantar su cabeza, mirándola sin miedo alguno, con una expresión interrogante... ¿Qué es lo que intentaba decir aquella mujer?
Una vez terminada la recolección, huyen, llevando en la faja el producto de su trabajo y dispuestos á volver al año siguiente. La hora de la cena era el mejor momento de la jornada para los segadores de «La Nacional». Se reunían en grupos, atraídos por el vínculo del origen común ó por el encanto personal de la simpatía. Cenaban al aire libre, sentados en el suelo alrededor de la marmita humeante.
Palabra del Dia
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