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Actualizado: 13 de julio de 2025
Dirigid vuestras oraciones al cielo, suplicad a lo menos con el pensamiento ... pero no os entregueis a la muerte de este modo. Esto es hecho, mis ojos no pueden mirarte, todo se mueve a mi rededor, y la tierra parece que se hunde bajo mis pasos. A Dios padre mio; dadme la mano. Esta fria ... tambien lo esta su corazon. Una sola suplica... iAy! ?que es lo que va a sucederle?
Con solo prescindir de lo finito se hunde todo su discurso, sin que ningun esfuerzo sea bastante á evitarlo; se halla en el caso de un arquitecto á quien, habiendo construido una soberbia cúpula, se le exigiese que la sostuviera, quitando el cimiento al edificio. Yo existo, yo pienso, yo siento.
De ello proviene que las letras en España son menos populares y divulgadas que en otros países; y que pasado el momento de la moda, si llega durante su vida á estar de moda un autor, todo cuanto se ha escrito se hunde en el más profundo olvido para el público, y sólo permanece para los eruditos, casi como si fuera una reconditez.
Entonces puede entregarse a un embotamiento delicioso... ¿qué efecto ejercerán sobre él los perfumes? Se desnuda y se mete en la cama; pero, antes de disponerse a dormir, se levanta otra vez, coge el vaso con mano temblorosa y hunde su rostro en las flores. ¡Qué semejanza con la primera noche y, sin embargo, qué diferencia! Aquella vez tranquilo y alegre; y entonces...
Me dejo arrastrar, y voy á parar como un madero sobre un banco de arena donde cristalitos de mica brillan como pepitas de oro y plata. Por el peso de mi cuerpo, el banco se hunde, los granos de sílex y las delgadas piedras cambian de punto.
Juan menea la cabeza riendo y se mete en la cama; pero no puede dormirse a causa de las flores que Gertrudis ha puesto a la cabecera y cuyas hojas llegan hasta el borde del lecho. Con los manojos de lilas violáceas se mezclan los narcisos de cáliz estrellado de suave blancura. Se vuelve, después de arrodillarse en la cama, y hunde su rostro en las flores.
Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aquí que de repente se hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de las cosas no podemos conocer más que la apariencia. Nuestros conocimientos no son, en último término, más que percepciones; las percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser.
El alma que se retira dentro de sí, que se hunde en el abismo insondable de su propia esencia, donde se une o cree unirse con su Dios, ¿qué vale a los hombres? ¿Qué amor les consagra? ¿Qué criatura terrenal podrá existir por cuya suerte se interese?
El enemigo implacable que hunde el puñal vengador en las entrañas de su víctima, siente en su corazon un placer feroz, y su accion no deja de ser un crimen; la hermana de la caridad que asiste al enfermo, que le alivia y consuela, sufre mas de una vez tormentos atroces, mas por esto su accion no deja de ser heróicamente virtuosa.
Inmediatamente busca á Doña Leonor; la cuenta con indiferencia el triste suceso, como si no pudiera interesar en lo más mínimo á la desdichada, y, al terminar su narración, le hunde un puñal en el pecho. Después incendia su casa; y, cuando el cadáver de su esposa es devorado completamente por las llamas, refiere á sus amigos que no ha podido salvarla del incendio, á pesar de todos sus esfuerzos.
Palabra del Dia
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