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Actualizado: 5 de noviembre de 2025
Francamente yo recelo que Ignacio estaba completamente loco ¿pero porqué nos lo oculta usted y no más lo declara, justificando al bueno del médico y no comparándole malamente con Pilatos, ya que Pilatos se limitó a lavarse las manos y el médico se ensució las manos y la conciencia con una horrible mentira?
Pero no tengo tiempo que gastar contigo... estoy de prisa... añadió el bufón con una sonrisa horrible, con la sonrisa de un loco ; ¿te acuerdas de que una noche llevabas á esa niña recién nacida en los brazos?... ¡Oh! era una noche muy obscura: de repente un hombre se arrojó á ti y te dió tres puñaladas.
Ahora sí que lloraba de veras doña Manuela. Pensaba en el remordimiento horrible que le predecía su hermano, y más aún en aquella miseria que tanto la asustaba. Tan visible era su desesperación, que don Juan calló, compadecido de su hermana. Hubo un largo silencio.
Los infelices caballos, que se van pisando las tripas, y que todavía en las ansias de la muerte, andan por el circo a fuerza de palos, que un rudo ganapán va sacudiendo sobre sus costillas, será el espectáculo más nacional de todos, pero es espectáculo feo, villano, horrible y repugnante por todo extremo.
Volvióse, y vió a los cuatro idiotas, con los hombros pegados uno a otro, mirando estupefactos la operación. Rojo... rojo... ¡Señora! Los niños están aquí, en la cocina. Berta llegó; no quería que jamás pisaran allí. ¡Y ni aún en esas horas de pleno perdón, olvido y felicidad reconquistada, podía evitarse esa horrible visión!
No quiere creer en sus sentidos. Todo ha cambiado, todo está embellecido. El patio, que la lluvia en otro tiempo convertía en un horrible pantano y que durante el verano era un hoyo lleno de polvo, luce entonces un verde césped y parece una pradera cubierta de flores. Las puertas del granero y de las cuadras brillan con un hermoso color obscuro y tienen números pintados de blanco.
Don Juan no vivía, agonizaba en aquel calabozo, había pasado una noche horrible, de cavilaciones, de temores; se había acordado de todo, había dado vueltas á todo, y sin embargo, no se había acordado de Dorotea. Cuando el carcelero la noche antes le entró la luz, don Juan le dió dinero y le preguntó por la causa de su prisión.
No me contestó; llevóse las manos al pecho, y fijó la mirada en una cestilla que tenía delante. Angelina... supliqué. ¡Silencio! ¡Silencio horrible! La emoción la ahogaba. Oía yo los latidos de su corazón. Angelina, una palabra.... ¡Una palabra, por piedad!
¿Qué quiere este animal de antropófago? dijeron Hans y Cornelio, mientras los chinos se iban retirando prudentemente hacia las chalupas. Querrá ordenarnos que nos vayamos dijo el Capitán . Estos salvajes tienen la pretensión de que ningún extranjero venga a pescar a sus costas; pero este horrible y ridículo ejemplar de la raza australiana se engaña si cree que vamos a obedecerle.
El señor José, al hablar de los rebeldes, sentía la cólera de un antiguo sostenedor del orden, moldeado por la disciplina. El guardia civil resucitaba bajo su blusa. Reconocía que todo estaba mal repartido y que el pobre sufría mucho. El mismo pasaba temporadas de horrible miseria, y su fin, cuando se sintiese viejo, sería mendigar en la calle o morir en el hospital.
Palabra del Dia
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