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Actualizado: 5 de julio de 2025
Piensa, hija mía me dijo, cuando fui a cumplimentarla por el año nuevo, piensa que tendrás 26 años en septiembre próximo... Es horrible. ¿Por qué?... ¿tendré que matarme para no llegar a esta época nefasta?... Confieso que quiero conservar la cabeza y... No digas tonterías, Magdalena, ya me comprendes.... Tener 26 años y no estar casada, es humillante. Pues yo no siento semejante humillación.
Han pretendido allanar la casa de Álava; han intentado asesinarle, á juzgar por la actitud de las turbas que allí se reunieron. Pero avisado oportunamente por un joven que estaba en el secreto de la conspiración, dió parte y se colocaron algunas fuerzas dentro de la casa, pudiendo evitar un horrible crimen. ¿Y dónde ha sido eso? En la plazuela de Afligidos.
Aunque Margarita tenga la certidumbre de que el narcótico no hará mal a su madre, ¿no es todavía horrible que se le dé, y que luego la tenga a su lado, en aquel sueño violento, en aquel remedo de la muerte, mientras ella se goza con el hombre a quien ama? En todo linaje de pecados hay su más y su menos.
Por lo demás, la pobre niña no gozará esta misma paz tan ponderada. Que la unión de dos corazones inertes y de dos imaginaciones heladas engendre el reposo de la nada, lo concedo; pero la unión de la vida y de la muerte no puede sostenerse sin una violencia horrible y sin perpetuas amarguras.
Cansados de buscar, regresamos a la estancia, y al traspasar el umbral, la tos que el misterioso personaje padecía, aumentó de tal manera que oímos claramente que se ahogaba; esa horrible tos degeneró en ronquido, en estertor, y repentinamente se oyeron maullar, chillar horriblemente, en todas las disonancias imaginables, un crecido número de gatos.
No merece este amor asesino que me ha entrado en el alma murmuraba la comedianta bajando precipitadamente las escaleras . ¡Yo estoy loca! ¡yo me muero! ¡Dios mío! ¡irá! ¡irá! ¡le parezco hermosa! ¡le embriago!... ¡sí, irá! pues bien... ¡me vengaré de él y de ella! ¡él me obliga! ¡aquel horrible beso!... ¡Oh, Dios mío!
Dios me lo perdone... es horrible lo que voy a decir, pero lo siento aquí en el centro del pecho, me arde aquí, en la frente calenturienta; yo por él daría hasta la salvación de mi alma. ¡Jesús, María y José! interrumpió Antoñona. ¡Es cierto; Virgen santa de los Dolores, perdonadme, perdonadme... estoy loca... no sé lo que digo y blasfemo!
Cada año escribía a su hermana para que vendiese un campo, y en unos cuantos voló toda la fortunita que el doctor había heredado de sus padres. La pobre doña Pepa, siempre tan buena, hasta vendió la casa que era de los dos hermanos, para enviarle el último dinero y se trasladó al huerto, desde donde viene con un sol horrible a misa y a las Cuarenta horas.
Y entre lágrimas y desesperados gritos, que nadie podía oír, la muchacha conoció las torturas del amor, sin placer alguno, con una profunda impresión de asco, pareciéndole el más horrible de los tormentos aquel acto misterioso vagamente adivinado en sus curiosidades de joven educada en un ambiente libre de escrúpulos.
Pero el vulgo no ha visto en la muerte de Quiroga y el enjuiciamiento de sus asesinos más que un crimen horrible.
Palabra del Dia
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