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Actualizado: 5 de noviembre de 2025
Afeábase su hermosura por lo desencajado y lo amarillo del semblante, y estaba, en fin, tal, que todo había que temerlo de ella, ya contra sí se volviese, ya contra los que eran la causa de aquella desventura horrible en que se encontraba.
Tal debía ser, poco más o menos, el resumen de las reflexiones de Kernok, porque permaneció risueño y tranquilo a la vista de aquel horrible espectáculo. Sus marineros, al contrario, se habían mirado largo rato con una especie de extrañeza estúpida.
El Rey se ve obligado á representar la más horrible farsa. Jamás la dignidad real ha descendido tanto. Pero él se librará de esta horrible tutela, porque Europa, si es preciso, se coaligará para salvar á España. Ya España ha salvado á Europa. No, no puedo creer contestó Lázaro, semejante iniquidad. Esta invasión sería más odiosa que la de 1808, y también mejor castigada.
A medida que iba considerando las tentaciones que podrían rodearle, los riesgos que tendría que prever y males que evitar, su inteligencia miraba con deleite la perspectiva de días de horrible pero santa y gloriosa lucha, preparación a la inmortalidad.
Había sido sorprendida por el naufragio en el momento que intentaba vestirse: tal vez el terror la había hecho arrojarse al mar. La muerte había contraído su rostro con un rictus horrible que dejaba los dientes al descubierto. Un lado de su rostro estaba tumefacto por un golpe. La vió Ferragut al asomarse entre los hombros de dos señoras que temblaban apoyadas en la baranda de la cubierta.
Sueldan entonces las dos piezas, y apenas acaban esta operación, desaparece la torre con horrible ruido. El peregrino, á quien los dos hermanos son deudores de este bien, recibe en premio la mano de Aurelia, hermana de Salucio.
Se habla de ella muchas veces, pero sin pensar en lo que realmente es, sin pararse á mirarla de cerca.... ¡Qué horrible! Luchar toda la vida para dar gusto á la carne, para preparar el pasto del gusano.... Después, en voz baja, dijo al doctor: Debe existir algo después de la muerte.
Al cabo creyó percibir un tenue rayo de luz á lo lejos. Marchó hacia él con la esperanza de hallar salida. Pero la luz procedía de una chimenea como aquella por donde habían descendido. Dió gritos á la boca de ella. Nadie le respondió. Gritó hasta que quedó sin voz. Sólo entonces se dió cuenta de su situación horrible.
No quería hacer memoria de esta campaña horrible. La lucha en Francia le parecía algo plácido comparada con aquella pelea en unos escasos kilómetros de costa, teniendo el mar á la espalda y al frente unas líneas inconquistables. Después de decir esto callaba, y el coronel tenía que insistir con cierto orgullo paternal para que Martínez siguiese hablando.
Bajó, volvió a subir, y en aquel viaje anheloso, semejante al de la liebre perseguida, vio morir al Hermano Sancho, el que acompañaba a Gracián en sus paseos y excursiones, y al Hermano coadjutor Ostolazo, que pereció en el patio y fue arrastrado a la calle por las mujeres. El pánico horrible redoblaba las fuerzas del macarrónico para correr.
Palabra del Dia
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