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Actualizado: 21 de junio de 2025


Apuesto a que coge hogaño tomates como naranjas y sandías como ruedas de molino. Mejores han de ser repuso Momo las que acá cojamos en el cojumbral de la orilla del río. Un cojumbral es el plantío de melones, maíz y legumbres sembrado en un terreno húmedo, que el dueño del cortijo suele ceder gratuitamente a las gentes del campo pobres, que cultivándolo, lo benefician.

La avaricia moderna, señores exclamó esta vez. ¡Ah! ya son contados aquellos clarísimos varones de antaño que preferían un grano de honra a todas las alcancías repletas del moro y del judío. Hogaño, los nobles de Aragón son los más sañudos encubridores y abogados destos perros infieles; y llena está Castilla de cristianos viejos, engolosinados con el dinero moruno, que siguen su ejemplo.

El hijo de Pedro de Lobo se ha ordenado de grados y corona, con intención de hacerse clérigo; súpolo Minguilla, la nieta de Mingo Silvato, y hale puesto demanda de que la tiene dada palabra de casamiento; malas lenguas quieren decir que ha estado encinta dél, pero él lo niega a pies juntillas. Hogaño no hay aceitunas, ni se halla una gota de vinagre en todo este pueblo.

Los honores y mercedes que antaño se ganaban por las grandes cosas que hacían los caballeros, hogaño las lograba cualquier menestral mediante un bolsillo de ducados. ¿Es cosa derecha preguntaba que el Rey se haga de caudales vendiendo hidalguías como trastos de almoneda o recargando a la nobleza de nuevos tributos y haciéndola pechera y villana?

El obispo es uno de esos hombres espirituales que cuando comen lo hacen como a pesar de ellos, con discreción, dando a las elegantes razones que se cruzan entre los comensales, más importancia que a las viandas. Nietzsche, Schopenhaüer, Stirner dice el obispo son los bellos libros de caballerías de hogaño.

Ya lo sabe el curioso impertinente. Gracias a Dios que hoy nadie nos ofrece ración tasada y que hogaño nos atracamos de aceitunas sin que nos asusten frases. ¡Lo que va de tiempo a tiempo! Hoy también se dice: aceituna, una; mas si es buena, una docena.

Barbacana era más grave, más autoritario, más obstinado e implacable en la venganza personal, más certero en asestar el golpe, más ávido e hipócrita, encubriendo mejor sus alevosas trazas para desmantecar al desventurado colono; era además hombre que prefería servirse de medios legales y manejar el código, diciendo que no hay tan seguro modo de acabar con un enemigo como empapelarlo: si no guarnecían tantas cruces los caminos por culpa de Barbacana, las cárceles hediondas del distrito antaño, y hogaño las murallas de Ceuta y Melilla, podían revelar hasta dónde se extendía su influencia.

Hizo una pausa, mondó el pecho, y, como un figurante, recitó el siguiente discurso: Hoy día, ¡voto a Cristo!, no hay escudo que defienda como el que suena en la bolsa, atambor que haga marchar mejor que los doblones, reales más lucidos que los de plata. Antaño se arriesgaba la vida por la gloria del rey, hogaño por su rostro acuñado en Segovia.

-Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.

Palabra del Dia

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