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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Venía, tras su larga permanencia en el extranjero, hambrienta de cosas de la tierra, gozando con las costumbres populares y encontrándolo todo muy interesante, muy... «artístico». Iba a los toros con traje antiguo de maja, imitando el adorno y apostura de las graciosas damas pintadas por Goya.
Y volvió á leer la carta palabra por palabra, sílaba por sílaba, letra por letra; la devoró con una mirada hambrienta, como pretendiendo traslucir el misterio que bajo aquellas letras se revolvía, grave, misterioso, aterrador, y volvió á arrugar con cólera la carta entre sus manos. De tiempo en tiempo consultaba con impaciencia la muestra de un enorme reloj de pared.
Permitidme, hermanos, que un momento me haga caballero andante para salir en defensa del desvalido, de las santas corporaciones que nos educaron, confirmando una vez más la idea complementaria del adagio, tripa llena alaba á Dios, cual es, tripa hambrienta alabará á los frailes.» ¡Bravo, bravo! Oye, dijo Isagani seriamente; te advierto que tratándose de frailes, respeto á uno.
El pródigo disipa sus riquezas en los placeres y en la ostentacion: pero no tarda en encontrar un vengador de sus desvaríos en la pobreza andrajosa y hambrienta, que le impone en vez de goce privaciones, en vez de lujosa ostentacion escasez vergonzosa.
Muchísimos abrazos a Mario: y de usted toda el alma de su hijo y discípulo». Así escribía a su viejo amigo, poco antes de salir para el destierro, poco antes de abandonar su patria y su hogar y sus libros el mancebo estupendo que había de ser más tarde el Libertador de su pueblo, y el que le arrancara su última presa en América a la hambrienta monarquía española.
Desde luego fomentó el trato de las dos, y concertaron salir reunidos para Vichy. Las noticias dadas por su hermano acerca de Lucía y Miranda lograron aguzar singularmente la hambrienta curiosidad de la anémica, y su olfato fino percibía no sé qué emanaciones novelescas en los sucesos acaecidos al matrimonio.
De la renta de dicho capital, que no había de ser ni alterado ni mermado, viviría D. Joaquín con grande esplendor y lujo, y cuanto sobrase, sin hacer ahorros mezquinos, se dedicaría a obras de caridad y a socorrer y a aupar a los parientes pobres y menesterosos, de quienes en manera alguna debe avergonzarse quien los tenga, si bien ha de procurar ponerlos en situación de poder alternar con ellos sin el disgusto que causa el alternar con gente zafia, hambrienta y mal vestida.
Lo que ella quiere es lucirse, y como vea ocasiones de lucimiento, es un oro. Cuando menos hay que hacer es cuando la pega. Me la traje a casa hecha una salvajita, y poco a poco le he ido quitando mañas. Era golosa, y siempre que iba a la tienda por algo, lo había de catar. ¿Creerás que se comía los fideos crudos?... La recogí de un basurero de Cuatro Caminos, hambrienta, cubierta de andrajos.
Que aunque el hado feroz su muerte ordene, El modo no ha de ser á tu contento, Que muchas muertes el morir contiene. Turbóse en esto el liquido elemento, De nuevo renovóse la tormenta, Sopló mas vivo y mas apriesa el viento. La hambrienta mesnada, y no sedienta, Se rinde al uracan recien venido, Y por mas no penar muere contenta.
Tampoco faltaban entre ellos algunos malgara docks, sacerdotes y médicos a un tiempo, que tanto curan heridas o enfermedades como celebran matrimonios. Aquella turba feroz y hambrienta se disponía a arrojarse sobre los cuatro blancos, con cuyos cuerpos contaba para darse un banquete; pero el temor los tenía vacilantes.
Palabra del Dia
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