United States or Cocos Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


De la bestia hambrienta de los primeros tiempos, perseguida por las crueldades de la Naturaleza y viviendo en fraternal miseria con los animales inferiores, salía el hombre de hoy, que afirmaba su soberanía sobre los ascendientes, dominando a la Naturaleza.

Causó estupefacción en el primer momento la presencia de Roseta: algo así como la entrada de un moro en la iglesia de Alboraya en plena misa mayor. ¿A qué venía allí aquella «hambrienta»?... Saludó Roseta á dos ó tres que eran de su fábrica, y apenas si le contestaron, apretando los labios y con un retintín de desprecio.

Oyese entonces en el vecino bosque El fuego de las armas estridente, Y apretando la espada fuertemente Con ademan resuelto se erguió; Y vió venir á él, husmeando sangre, Los feroces lebreles del tirano, Como á la hambrienta jauría que en el llano A su víctima acosa con furor.

Llegados a Saint Jouin, la juventud invadió el jardín a la francesa de la célebre hotelera, mientras que la gente más seria, o más hambrienta, se preocupaba del almuerzo. Sus inquietudes se calmaron en breve a la vista de una cocina notablemente organizada, de la que salían olores incitantes, y todo el mundo se instaló en el jardín, bajo una carpa, alrededor de una larga mesa ya preparada.

Y cerró contra la protegida de Alicia, una hambrienta, una pedantuela, que se rozaba con señoras y sólo era una doméstica. El no comprendía los amores sentimentales con mujeres de esta clase... Sintió tentaciones de atacar igualmente á la de Delille, pero se contuvo recordando que era parienta del príncipe. Los dos hombres quedaron silenciosos y pálidos, mirándose como enemigos.

Vén: la cena preparada está ya; la blanda almohada al reposo te convida; pero ¡ay de desdichada, en penas siempre anegada! ¿por qué has tardado, mi vida? Y de nuevo le besó de amor trasportada, hambrienta; y cuando de él se apartó, cuando de improviso vió su vestidura sangrienta, desatentada exclamó: ¡Ay de ! ¡vienes herido! ¿Quién tu valor ha rendido? ¿qué terrible sangre es ésta?

Tomaron los naipes a la salida de Boulogne o de Lisboa, y cuando lleguemos al río de la Plata habrá que gritarles: «Ya hemos llegado; ya estamos en Buenos Aires». Y es posible que aún contesten: «Un momento; aguarden para atracar a que concluyamos la última partida...». ¡Y eche usted copas! ¡Y traiga usted cigarros! ¡Y las más admirables de las señoras, que viven codo con codo entre ellos, juntando su rodilla con la del camarada de enfrente, tragando humo y mirando las cartas con ojos de bruja hambrienta!...»

Entonces, de vuelta a la ciudad y en busca de la Puerta del Adaja, el canónigo compuso la siguiente oración: Ya ves, hijo mío, el amor que nos tiene esta raza de Ismael. He ahí una anciana miserable que prefiere seguir gimiendo, cual una loba hambrienta por los caminos, antes que aceptar nuestra limosna. Aparentan haberse convertido, y son tan moros como en Africa.

Una vez eran dos atletas del Parlamento, que del uno al otro lado del salón se lanzaban mutuamente los dardos más agudos y los dicterios más envenenados: partido sin pudor, grupo faccioso, hombre funesto, pandilla hambrienta...

Sólo se acuerda de para enviarme una limosna, ¡como si el corazón comiera y le contentase el dinero! Yo no tomo un cuarto de ellos: primero morir; prefiero molestar a los amigos. Ahora que era oído el viejo. Los que le rodeaban sentían hambrienta curiosidad ante una historia que tan de cerca tocaba a dos celebridades artísticas.