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Lleno de furor todavía iba á comerse la pechuga de un excelente pollo guisado, quando cogiéndole el Indio de la mano, le dixo en tono compungido: Ha ¿qué vais á hacer? A comer de ese pollo, le respondió el hombre de la mómia. No hagáis tal, replicó el Gangarida, que pudiera ser que hubiese pasado el alma de la difunta al cuerpo de este pollo, y no os habeis de aventurar á comeros á vuestra tia.

19 La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es; sino la observancia de los mandamientos de Dios. 20 Cada uno en la vocación en que fue llamado, en ella se quede. No te cuidado; mas también si puedes hacerte libre, procúralo más. 23 Por precio sois comprados; no os hagáis siervos de los hombres. 24 Cada uno, hermanos, en lo que fue llamado, en esto se quede para con Dios.

¿La apuesta no sería leal? replicó el señor Dowlas con cólera . Quisiera, que se presentara alguien que dijese que quiero apostar deslealmente. Vamos, vamos, maese Lundy, quisiera oíros decir eso. Muy probablemente lo querríais dijo el carnicero . Eso no es cuenta mía. No tengo que hacer tratos con vos, y no voy a tratar de que me hagáis una rebaja.

15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su Señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis.

No siendo brutal ni insolente, sino dirigiéndome á vos, por ejemplo, para deciros cortésmente: "He resuelto mataros y espero que me hagáis la merced de designar hora y lugar donde podamos vernos cara á cara y espada en mano."

¡Es inútil que nos supliques; somos inflexibles Nos vamos, Marenval, nos vamos. Entonces, no hagáis el tonto, dijo Marenval con solemnidad. Las circunstancias, como veis, son graves. Dejadme amablemente con Tragomer. Y en recompensa... ¡Ah! ¡ah! Un regalo! exclamaron las damas. ¡Bueno! , un regalo, dijo Marenval. Mañana, en todo el día, recibiréis un recuerdo mío. Las mujeres batieron palmas.

Pero si creéis que ese amor mío ha de ser parte para que yo me olvide de mi honra, a la menor señal que en mi desdoro hagáis, morirá mi amor para que ocupe su lugar el menosprecio. A lo cual contestó él con este cuarteta, que se salió sola y sin licencia suya de su enamorado pensamiento: Amores que son del alma hacen callar los sentidos; que en verse correspondidos alcanzan su mejor palma.

Todos pensarán, todos juzgarán, y sin duda que sus pensamientos serán preciosos, y sus fallos respetables; y sin embargo estos hombres no se entenderian unos á otros, si se hablasen los de profesiones diferentes; si trocais los papeles, será posible que de una sociedad de genios hagais una reunion de capacidades vulgares, que tal vez llegue á ser divertida con los disparates de insensatos.

Y Juara entre tanto se ponía apresuradamente unas medias y unos zapatos que le había dado el ventero. Saca los caballos dijo á este último Juara , y toma un ducado. El ventero tomó la moneda y sacó dos caballos. Quevedo y Juara montaron y se encaminaron á Madrid. ¡Oh! ¡y cómo arde la quinta! dijo Juara no entráis en parte donde no hagáis daño.

Entrad, pues, y en entrando oíd lo que habéis de hacer dijo la joven, que joven era á juzgar por la voz la que hablaba, y cerró la puerta quedando los tres en un espacio obscuro. ¿Os han dado algún mandato para ? dijo Quevedo. Mi señora me ha dicho que su majestad os está esperando, que vayáis á su cuarto y os hagáis anunciar por la servidumbre. De las dos majestades, ¿cuál me espera?