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Su persona tenía las trazas de una negligencia habitual y su traje estaba mal cuidado. Sin embargo, había en el aire del viejo squire algo que lo distinguía de los agricultores de la parroquia. Estos eran quizá, bajo todo respecto, tan refinados como él, pero se habían arrastrado penosamente por el camino de la vida con la conciencia de estar en la vecindad de hombres que les eran superiores.

Si no es la proximidad del salvaje lo que inquieta al hombre del campo, es el temor de un tigre que lo acecha, de una víbora que puede pisar; esta inseguridad de la vida, que es habitual y permanente en las campañas, imprime, a mi parecer, en el carácter argentino cierta resignación estoica para la muerte violenta, que hace de ella uno de los percances inseparables de la vida, una manera de morir como cualquiera otra, y puede quizá explicar en parte la indiferencia con que dan y reciben la muerte, sin dejar en los que sobreviven impresiones profundas y duraderas.

Cuando se notó la falta, Pepita, con su habitual despreocupación, nos dirigió el siguiente discurso: Señores, el piano era de alquiler: nos costaba tres duros cada mes.

Doña Blanca, no bien entró su hija, supo dominarse y recobrar su calma habitual. Un poco más tarde vino el benigno D. Valentín, y todos fueron á comer como si tal cosa. El P. Jacinto echó la bendición al empezar la comida, y rezó al sentarse y al levantarse. Ya de sobremesa, tuvo efecto la grata sorpresa de la corza. Clarita la halló encantadora.

Las mas de las veces, no tenemos verdadera voluntad, sino veleidad; quisiéramos, mas no queremos, quisiéramos, si no fuese preciso salir de nuestra habitual pereza, arrostrar tal trabajo, superar tales obstáculos, pero no queremos alcanzar el fin á tanta costa; empleamos con flojedad nuestras facultades, y desfallecemos á la mitad del camino. Firmeza de voluntad.

Luego se vistió don Juan con su habitual elegancia, tomó de sobre una mesa el sombrero, los guantes de piel de perro avellanados, con pespuntes rojos, el bastón con puño de plata labrada, y se echó a la calle deseoso de pasear, andando a la ventura y a lo que saliere, porque a la sazón no tenía mujer determinada que le ocupase el ánimo.

Entonces, Antoñita, he tenido ocasión de ver el maravilloso dominio que tiene ese hombre sobre su voluntad. Gracias a un vigoroso esfuerzo de esta facultad supo revestir su trastornada fisonomía con la expresión seria y grave que le es habitual. »Pero esa aparente calma va siendo más sombría cada vez.

¡Ah! como llegue a pasar al alcance de mi mano un pretendiente, os prevengo que salto a él y de grado o por fuerza le llevo al cura y al alcalde. ¿Aunque no te guste?... pregunté interesada. Un pretendiente gusta siempre. ¿Aunque sea feo y viejo? Me tiene sin cuidado respondió Francisca con su desenvoltura habitual. ¡Oh! dije indignada. No creo que te casaras con alguien que no te gustara...

La escena se hallaba dispuesta de este modo: Paz y Salomé estaban sentadas en la actitud ceremoniosa que les era habitual. A la derecha tenían á Elías, y Lázaro se hallaba frente á ellas en la postura de un reo. Detrás de las dos viejas, Clara y la devota formaban otro grupo junto á un pequeño velador que sostenía la lámpara, cuya débil luz iluminaba aquel cuadro.

Pregunte V. á su amiga X ... y ella contará á V. la historia de El puente del suspiro. Diez minutos después de la anterior conversación, y bajo un cielo cubierto de pesados nubarrones, cosa habitual en los horizontes que cierran las elevadas cumbres del Banajao, cabalgaba camino del pintoresco pueblo de Lucban, donde vive mi amiga, en busca de la misteriosa historia de El puente del suspiro.