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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Tan convenientes son para desarrollar la fuerza y la destreza del hombre sano el aire libre de la montaña y el trabajo en el campo, como propios á empeorar el estado de los cretinos el espacio estrecho y la húmeda obscuridad de la cabaña. Al lado de un hermano que llega á ser el más guapo y robusto joven, se arrastra otro, especie de excrecencia carnosa horriblemente viva.
¡Hola! ¿Vienen ustedes de visitar á la ilustre familia de los Trevia? dijo Paco Ruiz, que era un mozo guapo y arrogante, de ojos negros expresivos, barba recortada y que á la sazón mordía, cerrando los ojos voluptuosamente, un magnífico cigarro habano. Sí, venimos de la Segada. ¿Repartían por allá monedas de cinco duros?
Pero eso no tiene nada de escandaloso; donde las dan las toman; don Rodrigo la echa de guapo, y si se ha encontrado con la horma de su zapato... conque vamos al negocio y veamos en qué consisten el milagro, el escándalo y la enormidad. El milagro consiste en que la Dorotea se ha enamorado de un pobre dijo la Mari Díaz. ¡Ah! eso ya es distinto; comprendo que estéis asombrados: vamos al escándalo.
No sólo se turbó, pero subió de nuevo a su dormitorio, notando una sensación extraña, como si le hubiesen descargado un fuerte golpe en las piernas quebrándoselas. Al entrar en su habitación, pensaba esto o algo análogo: «Vamos a ver, ¿quién es el guapo que dice misa hoy?». No, ese guapo no era él. ¡Buena misa sería la que dijese, con la cabeza hecha una olla de grillos!
Tomasuelo era listo, despejado y fuerte: el mozo más guapo del lugar; pero Nicolasa le había hechizado. Con un rayo de luz de sus ojos podía darle una dosis de aparente bienaventuranza que le durase una semana. Con una palabra sola podía hacerle llorar como si fuese un niño de cuatro años.
Tomó con su habitual gravedad la carta que le presentaba el portador, le gratificó con largueza y le despidió. Pero el mozo le respondió: Aguardo contestación. Entonces el guapo echó una mirada al sobre y observó que estaba escrito de mano de hombre. Lo rompió con presteza y leyó la carta.
¡Pepe Vera! ¡Ahí está Pepe Vera! gritó el concurso . ¡El discípulo de Montes! ¡Guapo mozo! ¡Qué gallardo! ¡Qué bien plantado! ¡Qué garbo en toda su persona! ¡Qué mirada tan firme y tan serena! ¿Saben ustedes decía un joven que estaba sentado junto a Stein cuál es la gran lección que da Montes a sus discípulos? Los empuja cruzado de brazos hacia el toro y les dice: no temas al toro.
Cuando, al cabo de un rato, se atrevió a levantar los ojos, vio de pie, frente a ella, a un joven guapo, de unos veinticuatro años próximamente, y de porte noble y distinguido, que la contemplaba con una expresión tan dulce y cariñosa, que fue suficiente para disipar su miedo; imaginose que quien la miraba así debía defenderla, y que nada tenía que temer, por lo tanto.
Entonces, como pintando, era un artista completo, por su modo de ver, de sentir y de expresarlo. Guapo era entonces también, eso sí, porque como guapo y buen mozo, lo era siempre; pero sin el desembarazo y la esbeltez varonil que le daban el olvido de sí propio y el calor y fortaleza de sus convicciones y entusiasmos.
Los versos le parecieron regulares, no inferiores á los de Meléndez, aunque, ni con mucho, tan buenos como los de Andrés Chénier, que había oído en París. Lo que es el chico le pareció muy guapo.
Palabra del Dia
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