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Actualizado: 22 de junio de 2025


Estaba hechiceramente peinada, ceñía su cabeza una corona de flores de oro esmaltadas de blanco, y de esta corona pendía un velo de gasa de plata y seda. Inútil es decir que á este bello traje, servían de complemento bellas y ricas alhajas. No podía darse nada más hermoso, más completamente hermoso. Acercáos dijo con acento dulce doña Clara.

Por delante de las grandes nubes de un color violeta obscuro que se amontonaban allá en el horizonte sobre las cuatro o cinco casas de El Moral cruzaban velozmente otras pequeñas y blancas como jirones arrancados de una gasa; signo cierto de borrasca. María sintió de pronto vibrar el cristal en que se apoyaba. Una ráfaga de aire y de lluvia había azotado con fuerza la ventana.

Un cuarto de hora después, salía de allí llevando en la mano un estuche que mostré al conserje, para que viera que efectivamente era de mi propiedad, y en el fondo de la bolsa de mi abrigo un bulto pequeñísimo, envuelto en gasa. Eso naturalmente no lo vió el buen hombre. Matilde estaba ya en su lecho, cuando fuí a darle las buenas noches.

Otras veces, las brumas aéreas, superpuestas y de diferente temperatura, aparecen perfectamente horizontales y distintas, como estratos geológicos, y dan análoga forma á los nubarrones que nacen de ellas, disponiéndolas en fajas regulares y paralelas que ocultan bosques y pastos, nieves y rocas, ó la velan á medias, como una gasa transparente.

Por último, al sur y sud-este el Mediterráneo, las montañas y costas africanas, y después de la «Punta de Africa», que hace frente al Peñón de Gibraltar, Ceuta en el fondo de su pequeño golfo, semejante á un nido de gaviotas; y mucho mas léjos, como un punto blanco, el puerto y la ciudad de Tánger, mostrándose vagamente detras de un velo de ardiente gasa producido por las reverberaciones del aire inflamado.

Los dos callaron hundiendo sus ojos en aquella gasa impenetrable de vapores. La condesa buscaba el sol. Octavio buscaba una fórmula. La condesa principió á tararear piano la famosa frase il sol de l'ánima de Rigoletto. Octavio la escuchaba con arrobamiento: sintió húmedos sus ojos y apretada la garganta.

Lucía el sol de un mediodía abrasador. La implacable intensidad de la luz me ofuscaba, haciéndome ver los términos lejanos como masas violáceas envueltas en una gasa blanca. La línea del último más bien se adivinaba que se percibía en los confines del horizonte luminoso. La naturaleza africana anunciaba ya su proximidad con los setos de pita y de higos chumbos erizados de púas.

Así como el mayordomo lo había predicho, no se habían pasado diez minutos cuando la niebla comenzó á enrarecerse, convirtiéndose en una gasa sutil que dejó percibir en vagorosa indecisión las peñas y los arbustos. Sintieron en el rostro calor, como si se aproximasen á un horno, y observaron que el leve vapor que aún los envolvía se agitaba.

Esparciéndose el humo por falta de aire, envolvía en una como gasa oscura y sucia todos los edificios, cuyas masas negras señalábanse confusa y fantásticamente sobre el cielo iluminado por la luna.

Do el viento riza las calladas olas Que con blando murmullo en la ribera Se deslizan veloces por solas... que dice Alaejos, exhalaba á lo lejos ténues vapores que la luz de la luna, ahora en todo su lleno, convertía poco á poco en gasa trasparente y misteriosa...

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