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Actualizado: 28 de noviembre de 2025
El uno precede siempre al otro en la decrepitud. ¡Te aseguro que mi oficio no tiene nada de alegre...! Desde hace poco comprendo que en el mundo no hay mas que un solo bien: la juventud. ¡Tengo solamente veintitrés años, y ya me asusta el año próximo! BEAUVALLON. ¡Qué ganas de bromear! ¡Con tu hermosura tan fresca...!
El infeliz joven, poco avezado a los azares del juego, e incapaz de ocultar las terribles impresiones de la ruina, sintió ganas de llorar en plena Bolsa, ante los corredores y los «alcistas», que sonreían con un gozo feroz viendo la agonía de sus contrincantes. Pero Juanito era de los que en la desgracia aguardan siempre una inesperada salvación.
»¿Por qué? me dijo con aire sombrío y temblando convulsivamente: porque cuando le veo me dan ganas de matarle. Esto es horrible, ¿no es verdad? Y como no quiero ser parricida, le he prohibido que se ponga en mi presencia. Hago mal, sin duda, y me acuso de ello; pero quiero evitar una desgracia. »Carlos inclinó la cabeza sobre el pecho y quedó silencioso.
Sí, tía, me iré; y no por gusto. ¡Bien sabe Dios cuánto me duele esta separación!... Pero no se aflija usted. Es necesario.... Estoy obligado a.... ¡A vivir con tus tías! exclamó interrumpiéndome. Estoy obligado a subvenir a las necesidades de ustedes. ¿Y no te basta con lo que ganas en la casa de Castro Pérez? ¿Te pedimos algo que no puedas darnos?
Y me digo: «¡Mejor! ¡Mejor! ¡Que se apene! ¡Que padezca! ¡Eso será señal de que me quiere y piensa en mi!» Perdóname. El amor es egoísta. Deseamos la dicha de la persona amada, y, sin embargo, nos complace que padezca y llore como nosotros. ¿Verdad que estás triste, y que hasta tienes ganas de llorar, porque no estoy allí, a tu lado, y no me ves, ni oyes mi voz?
No val Tanasia menos que Tona; pero tan rogá, tan rogá, se van quitando pocu a pocu las ganas de eya... y tamién, esu de que le pongan a unu en puja y en remati con un jastial como Pepazus... vamus, que jaz mal estómagu... Y, en finiquitu, el güey sueltu bien se lambe, y pué que sean permisión de Dios esos trompiezus, pa librarme en el día de mañana de otrus que me descalabraran pa toos los días de mi vida... Dende que tuvi dientis pa royeli, estoy ganandu el pan en casa ajena, y no me ha idu mal así. ¿A qué apurase un hombre por cambiar de suerti cuando no sabi lo que han de dali por lo que deja?
Te asombrarás si te digo que desde la madrugada se me ha metido aquí un sentimiento desconocido, algo como ganas de hacerme religioso, de pensar en Dios, de dedicarme a obras de piedad... Si empiezas con tus bromitas, me voy. No, no es broma replicó él; y tenía en su cara tal expresión de abatimiento, que la santa se quedó como lela mirándole...
Yo tengo buena ropa y podía ir todos los días lo mismo que hoy, pero no me da la gana; en cambio, no hay en la busca una hembra que, al agarrar entre los trapos una buena falda, no se la ponga para dar envidia a las compañeras. La mujer que anda mal vestida, así sea vieja y fea, es porque no puede ir mejor, pues ganas no le faltan.
Me entraron ganas de libertar de su cautiverio a doña Marcela.
Oyes, Tanganada; ya tendrás ganas de comer una cazuela de bacalao, ¿verdad? Alégrate, Tanganada; hay sidra en el lagar de Llandones. ¿Hacía calor en Noruega? ¡Allí te quisiera ver yo, ladrón! gruñó Tanganada, mientras aferraba una vela. Los marineros saludaron la frase con grandes carcajadas. ¡Larga tierra! gritó el práctico desde el puente.
Palabra del Dia
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