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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Porque Gillespie sólo podía imaginar que fuese un emisario del Consejo Ejecutivo este oficial que brillaba al sol como si fuese todo él vestido de vidrio y además llegaba montado en un vehículo automóvil de aspecto tan fiero. Puso sobre la arena una de sus manos, y el militar montó en la palma con cierta torpeza, que hizo sonreir al coloso.
Todo lo que sabemos es que la Ligera, llena de tropas para Crimea, había zarpado de Tolón la víspera por la tarde, con mal tiempo. De noche todavía, empezó a arreciar el temporal. Viento, lluvia, mar alborotado como nunca. Por la mañana amainó un poco el viento, pero el mar continuaba tan fiero; y a todo esto, una maldita bruma del demonio, que no permitía distinguir un fanal a cuatro pasos.
Gertrudis abre los brazos, una sonrisa de dulce beatitud pasa por su rostro, y se mueve su cabeza como diciendo: «¡Dios mío! ¿qué más puede suceder?» Entonces la molinera siente de pronto una pasión misteriosa por el color verde, se oye resonar el coro en la floresta, aparece el fiero cazador. Gertrudis experimenta inquietud. ¿Qué viene a hacer ese aquí? murmura dando con el puño en la viga.
La gente que aquì habita en esta parte Charruahas se dicen, de gran brio, A quien ha repartido el fiero Marte Su fuerza, su valor y poderio. Lleva entre esta gente el estandarte, Delante del Cacique, que es su tio, Abayubá, mancebo muy lozano, Y el Cacique se nombra Zapicano.
El segundo jinete, el del caballo rojo, manejaba el enorme mandoble sobre sus cabellos, erizados por la violencia de la carrera. Era joven, pero el fiero entrecejo y la boca contraída le daban una expresión de ferocidad implacable. Sus vestiduras, arremolinadas por el impulso del galope, dejaban al descubierto una musculatura atlética.
Le miró todavía con ojos coléricos, le cubrió de dicterios, le amenazó con marcharse á la primera ofensa que le hiciera; pero, desahogada su cólera, consintió al cabo en quedarse. Sumisión. No volvió á rebelarse. Aquel hombre de corazón altivo, tan fiero con las mujeres que habían tenido la desgracia de amarle, rindió al fin la cerviz al yugo de la última.
ABIND. Si hay algún dios piadoso Para con los amantes, y si alguno Deste mal amoroso Probó el rigor, tan fiero y importuno, Pues no hay amor ninguno Que pueda ser tan fiero, O me remedie o mate; Que por mi hermana muero Y en tan dulce imposible desespero: Tal es quien me combate.
La suya se había muerto de un segundo ataque de epilepsia al pasar por Oviedo de regreso de Candás. Fué un capitán del batallón de Pontevedra el autor de aquel fiero desaguisado. Festejó rendido á D.ª Beatriz mientras estuvo de guarnición en Oviedo; ganó también el favor de su madre D.ª Leonor, viuda de Moscoso, y de D.ª Rafaela su hermana.
Apenas le divisaron los paisanos, cuando se pusieron en fuga, y de ellos detuvieron á algunos los compañeros del Padre, no sin riesgo, porque enfurecido un bárbaro, descargó en la cabeza de un muchacho cristiano tan fiero golpe, con una hacheta de piedra, que si Dios por su misericordia no hubiera permitido que errase el golpe, se la hubiera partido por medio.
¡Que no me empuje!... Yo no soy criminala... Yo tengo familia, conozco quién me abone... Ea, que no voy a donde usted quiere llevarme...». Se arrimó a la pared; pero el fiero polizonte la despegó del arrimo con un empujón violentísimo.
Palabra del Dia
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