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Actualizado: 9 de junio de 2025


El digno encajero no podía apartar de si el licor amarguísimo que un demonio invisible le ponía en los labios; ya suspiraba, ya se golpeaba la cabeza venerable, ya por fin elevaba los brazos y los ojos al cielo pidiendo a Dios que le librara de aquel fiero tormento. «Ni un momento más puedo vivir en esta incertidumbre, gritó. Sr. D. Salvador, venga usted al momento; necesito hablarle».

SANCHO. Yo lo conozco y lo creo. ¡Ay, que me muero de amor! ¡Ay, que me abraso de celos! ¿A cuál hombre ha sucedido Tan lastimoso suceso? ¡Que trujese yo a mi casa El fiero león sangriento Que mi cándida cordera Me robara! ¿Estaba ciego? estaba; que no entran bien Poderosos caballeros En las casas de los pobres Que tienen ricos empleos.

En vano suplicó que se le dejase en el teatro hasta el final de la representación prometiendo constituirse inmediatamente preso. Los guardias fueron insensibles. García hubo de pasar por el trance fiero de no ver el estreno de la obra.

Además, ¡ese pobre muchacho era tan bueno!... Tímido, contentándose con cualquier cosa, mirándome con la dulzura de un animalillo manso, ¡él, que es tan fiero! venerándome como á una criatura descendida de un mundo superior... Yo era su madre. Sus palabras y sus gestos respiraban un respeto profundo.

Y, viéndose así, y que el sayo verde se le rasgaba, y pareciéndole que si aquel fiero animal allí allegaba le podía alcanzar, comenzó a dar tantos gritos y a pedir socorro con tanto ahínco, que todos los que le oían y no le veían creyeron que estaba entre los dientes de alguna fiera.

Para servir a vuecencia dijo una voz en la puerta, y al mirar, encaró Jacinta con la arrogantísima figura de Platón, quien no le pareció tan fiero como se lo habían pintado. Díjole la Delfina que deseaba hablarle, y él la invitó con toda la cortesía de que era capaz a pasar a su habitación. Ama y criada se pusieron en marcha hacia el 17, que era la vivienda de Izquierdo.

Pierda usted cuidado decía bajito Miranda a Pilar . Conquistaremos a ese hermano fiero, e irá usted una noche al Casino: ¡no faltaba otra cosa! ¿Se había usted de marchar de Vichy sin ver el teatro, y sin asistir al concierto? Eso sería inaudito. ¡Ay, Miranda! usted es mi ángel salvador.

Joven y robusto aún, era además fiero y orgulloso, aunque debilitado su brío por la vida muelle y deleitosa que había vivido, en paz con los extraños y en lo interior hasta entonces, sin rebeliones ni motines.

Deseaba mostrarse fiero, inhumano, para ocultar su emoción. ¡Adiós, muchacho! Pórtate bien. ¡Adiós, padre! No se dieron la mano: evitaban que sus miradas se encontrasen. El oficial sonreía como un autómata. El padre volvió bruscamente la espalda, y atravesando el gentío se metió en un café. Necesitaba el rincón más obscuro, la banqueta más oculta, para disimular por unos minutos su emoción.

Necesidad, fiel executora De qualquiera delito que se ofrece, La publica Ocasion y la secreta Ya ves quan apremiadas y forzadas Del cruel infernal habemos sido, Para venir á combatir la roca Del pecho encastillado de un cristiano Que está rebelde, y mas, que no teme Del niño y fiero dios la grande fuerza.

Palabra del Dia

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