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Actualizado: 17 de junio de 2025


Aquella escena de media noche, con todos sus románticos y extraños detalles, aquel episodio de lo pasado, cuando el fatigado caminante y su hija habían sido mis huéspedes por vez primera, y todos sus recuerdos acudieron a mi memoria la tarde fría y brillante en que descendí de un coche, al siguiente día de la investigación verificada en Manchester, delante de la gran mansión blanca de la plaza Grosvenor, y supe por Carter, el solemne sirviente, que la señorita Mabel estaba en casa.

7 Envía tu mano desde lo alto; redímeme, y sácame de las muchas aguas, de la mano de los hijos extraños; 9 Oh Dios, a ti cantaré canción nueva; con salterio, con decacordio cantaré a ti. 15 Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios [es] el SE

Sale y deja a la señorita Dora en este recibimiento, que adornan unas acuarelas pobremente enmarcadas y unos grabados extraños.

Hacía preguntas a Feli, que ésta contestaba con extrañeza. ¿No le decía nada el ser que llevaba en las entrañas? ¿No le había hablado alguna vez o demostrado su voluntad con extraños ruidos?... Hace usted mal continuaba si cree que digo esto a tontas y a locas. Yo, aunque lego, he leído algo.

La corrección de pruebas de mis Viajes la hizo don Juan M. Gutiérrez, de la Academia de la Lengua; y don Andrés Bello, igualmente académico, que gustaba mucho de Recuerdos de provincia como lenguaje y como recuerdos de costumbres americanas, rechazaba por infundadas muchas de las correcciones de Villergas que la echaba de hablista y que encontró en la Habana a quien parler en achaque de lengua castellana; pues es hoy un hecho conquistado que los mejores hablistas modernos son americanos, hecho reconocido por la Academia misma, acaso porque necesitan más estudios de la lengua los que viven fuera del centro que la vivifica, y están más influídos por los elementos extranjeros y extraños a su origen, que tienden a incorporársele.

En la epístola á Antonio de Mendoza escribe los versos siguientes: «Verdad es que partí de la presencia De mis padres y patria, en tiernos años, A sufrir de la guerra la inclemencia. Pasé por alta mar reinos extraños, Donde serví primero con la espada Que con la pluma describiese engaños

A esta hora se sacó del patio del Tribunal cañas, ramaje, flores y bejucos, y aquí amarro, allí cuelgo y más allá adorno, se improvisó con la ayuda de unos 300 taos, una vistosa y engalanada pagoda que fué conducida con gran bulla y algazara al frente de la casa del que será Gobernadorcillo. Esta pagoda es la insignia llamada á dar á conocer á propios y extraños la casa del munícipe.

Claro está que los negros y mulatos de la clase más ruda y humilde que hay en Cuba entre los rebeldes, están allí por merodear; que los aventureros de países extraños están para ganar importancia y dinero en la contienda; y que algunos ambiciosos, nacidos en la propia tierra, están porque sueñan con ser ministros ó presidentes de la República futura; pero si hay cubanos de arraigo y buena que conspiren ó luchen contra España y anhelen la independencia de Cuba, esa desconfianza secular, ese vicio inveterado del separatismo, es quien los mueve.

«Ya veo, señora, ya veo dice su papá muy atufado , que me ha traído usted aquí una tienda de trapos...». Y su mamá, azorada con la cara muy encendida, no decía más que: «yo... yo... verás...». En esto, la pobre niña, llegando al período culminante de su delirio, sintió que dentro de su cuerpo se oprimían extraños objetos y personas.

Pasaba horas y horas mirándose las uñas o frotándose una mano con la otra, dejando escapar de vez en cuando gritos extraños, inarticulados. Tenía cerca un criado que, cuando se mostraba desobediente y se enfurecía, le castigaba. Pero a quien más respeto tenía, y aun puede decirse verdadero temor, era a su hija.

Palabra del Dia

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