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Actualizado: 10 de junio de 2025


El capellán, sin hacer caso de la mirada fulgurante que le arrojé, chasqueó de nuevo la lengua e hizo otras cuantas castañetas con los dedos, sin dejar de apuntar a la puerta y mirarme con soberano desprecio. Al pasar por delante de él llevó su grosería hasta decir: ¡Largo, largo! Y cuando ya bajaba por la escalera le exclamar desde lo alto de ella: ¿La hermanita, eh? Ha olido cuartos, ¿verdad?

He aquí una cosa que me hace reflexionar sobre la insignificancia de lo que se ocupan los hombres, puesto que uno de sus mayores placeres consiste en reunir algunos centenares de candilejas colocándolas unas junto a otras, es decir, que podemos exclamar fundadamente: ¡Vanitas, vanitatum! un poco de luz, un poco de ruido y otro poco de humo; ¡esta es la gloria a que todos aspiramos! ¡Y pensar que yo la deseo para mi hijo!

A Miguel se le ocurrió de pronto que a más de frío tendrían hambre aquellas desgraciadas criaturas, y tomando a cada una de la mano, rompió con ellas, por entre la mucha gente que se había aglomerado, con intención de llevarlas a algún sitio donde reparasen el estómago. Cuando ya se alejaba del grupo, oyó a una joven del pueblo exclamar: ¡Y luego dirán que no hay caridad en Madrid!

Los tiempos cambian, amigo D. Ángel, y no hay más remedio que transigir y acomodarse al progreso. La vida se compone de transacciones. ¡Proponer eso a un padre! volvió a exclamar el pobre diablo, con la misma amargura, vaciando la copa en el estómago. No se fije usted en su condición de padre. Colóquese usted en un punto de vista más elevado.

La Roubinet, como de costumbre, ha dicho lindas frases sobre el primero de enero, y cuando deseó amablemente un marido a las solteras presentes, la virtuosa Melanval no dejó de exclamar: Con el permiso de Dios, por supuesto... A lo que Francisca, nerviosa, por su comienzo de escaramuza con la Bonnetable, respondió por lo bajo: O del diablo, me importa poco...

El señor Pasta escuchó impasible al principio y, aunque estaba enterado de las gestiones de los estudiantes, se hacía el ignorante como para demostrar que nada tenía que ver con aquellas chiquilladas, pero cuando sospechó lo que de él se quería y oyó que se trataba de Vice Rector, frailes, Capitan General, proyecto, etc. su cara se oscureció poco á poco y acabó por exclamar: ¡Este es el país de los proyectos!

¡Tristán! tornó a exclamar la joven con acento aún más desesperado. Y llevándose las manos al rostro profirió estallando en sollozos: ¿Dios mío, qué me está pasando? ¡Esto no es verdad, esto es una horrible pesadilla! Tristán la miró un instante confuso y arrepentido.

Melchor, que se había dispuesto a retirarse, al recibir los paquetes y las cartas, se detuvo hasta que Rufino le entregó un pequeño estuche que hizo exclamar a todos: ¡A ver!... ¡A ver!...

¡Ah! se oía exclamar en diversos sitios ; no hemos venido aquí para chamuscarnos la planta de los pies. Es hora de hablar, de ponernos de acuerdo. ¡, ; pongámonos de acuerdo! ¡Nombremos los jefes! No; todavía falta mucha gente. ¡Ved cómo siguen llegando de Dagsburg y de San Quirino!

Por poco que sepa leer en él, ya no habrá medio de hacer tomar a ustedes una X por una V. Hay corazones que están abandonados, pero se adivinan lingotes de oro debajo del barro; otros son brillantes... corazones bien nutridos, por decirlo así, de arsénico... Relucen, centellean de lejos como de cerca; al verlos, no se puede menos de exclamar: «¡Rayos y truenos!...» y no son más que oropel.

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