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Actualizado: 9 de junio de 2025


Dos jóvenes que acaban de salir de la escuela de retórica, que recuerdan perfectamente cuanto en ella se les ha enseñado, que serían capaces de decorar los libros de texto de un cabo á otro, que responden con prontitud á las preguntas que se les hacen sobre tropos, figuras, clases de composicion, etc., etc., y que en fin han desempeñado los exámenes á cumplida satisfaccion de padres y maestros, obteniendo ambos la nota de sobresaliente, por haber contestado con igual desembarazo y lucimiento, de manera que no era dable encontrar entre los dos ninguna diferencia, estan repasando las materias en tiempo de vacaciones, y cabalmente leen un magnífico pasaje oratorio ó poético.

En consecuencia de las averiguaciones y exámenes que se han producido hasta el presente en la costa Patagónica, consta no haberse descubierto puerto mas á propósito que el de San José, en que puedan entrar toda calidad de embarcaciones, aunque sean de alto bordo, sin embarazos ni bajios, ni falta de fondo que pongan en peligro su navegacion: y sin embargo de haber en sobre dicha costa otros puertos, estos solamente pueden dar entrada á las embarcaciones, con la circunstancia de deber esperar la subida de las mareas y vientos favorables para introducirse en ellos, siendo obligados á fondear sobre la costa con el peligro de un viento de travesia que las estrelle en ella, lo que no sucede en el de San José, pues en la bahía que antecede á este puerto, que tiene 20 leguas de abra, y mas de profundidad, con un fondo admirable, no hay que temer su entrada.

Entrole Papitos el chocolate, y, la verdad, no pudo pasarlo, porque se le había puesto en el epigastrio la tirantez angustiosa, síntoma infalible de todas las situaciones apuradas, lo mismo por causa de exámenes que por otro temor o sobresalto cualquiera. Estaba lívido, y la señora debió de sentir lástima cuando le vio entrar en su gabinete, como el criminal que entra en la sala de juicio.

Mi abuela y mi madre no quisieron, sin duda, dejarme envanecer con esta aura popular, y después de los exámenes en la Escuela de Náutica, me entregaron en manos de don Ciriaco Andonaegui, capitán de una fragata de la derrota de Cádiz a Filipinas y de Filipinas a Cádiz.

Cuando llegas a tan ingeniosa combinación de disparates, estoy por creer que tienes talento, a pesar de tus buenas notas en los exámenes. Después de reprender a Aristarco por su frivolidad, del Laurel dijo a Simplón: No le hagas caso, Juanillo. Tu cuento-poema no carece de mérito por cierto... Pero tiene también sus defectos. El principal es contener demasiado argumento. Hay plétora de argumento.

Pide, pues, este estudio mejor lógica: hacer las separaciones de las plantas por sus descripciones físicas: no señalar géneros ni especies, sino despues de muchos exámenes y observaciones, con que se aseguren las esencias y sus diversidades, y de este modo se descubrirán mejor y con mas seguridad las virtudes y propiedades de ellas, que es el fin principal de estas averiguaciones.

En el año 1807 sólo contiene el diario misteriosos exámenes de una conciencia escrupulosa hasta el extremo, y obligaciones de una madre para salvar de todo peligro a sus hijos. De regreso a la ciudad para pasar en ella el invierno de 1808, vuelve a tomar la pluma alguna que otra vez, pero la pluma parece que se resiste a trazar sus ideas. 1808 y una parte de 1809 faltan.

Como estuviésemos en un rincón y nadie nos observase, quise enterarme mejor de la vida de aquella familia. Villa me puso al corriente de todo. Las de Anguita eran hijas de un médico ya anciano, que había gozado de mucha clientela en Sevilla en otro tiempo. O por su edad avanzada, o porque hubiesen llegado otros médicos jóvenes de valía, o por las irregularidades de las hijas, es lo cierto que poco a poco se le había ido marchando la parroquia, quedándole en la actualidad muy contadas familias. Su mujer había muerto hacía bastantes años. Las niñas, educadas sin la vigilancia materna, habían dado siempre bastante que decir por sus extravagancias. Mientras las ganancias del papá fueron crecidas, en la casa se gastaba por largo, se vivía con desahogo y con lujo; hasta tenían coche. Nadie pensaba en mañana. El señor Anguita, un viejo maníaco, que había gozado fama de excelente médico, aunque en realidad nunca se hubiese cuidado gran cosa de los enfermos dejaba a sus hijas la dirección económica de la casa, que no podía ser más desastrosa. La pasión del viejo era el arte, y su orgullo ser inteligente en pintura. Que le dijesen que había hecho tal o cual cura maravillosa, le tenía sin cuidado. En cambio, si le venían a consultar sobre el mérito de un cuadro, o le nombraban jurado en los exámenes de la escuela de Bellas Artes, le causaban vivo placer. No le molestaba su decadencia profesional más que por el momentáneo disgusto que sentía cuando sus hijas le pedían dinero y no podía dárselo.

Aprendió los primeros rudimentos de la Gramática en nuestro Colegio de San Ambrosio en Valladolid, donde con el trato de los nuestros se aficionó á la Compañía y pidió con instancias ser admitido en ella; y hechos los exámenes y pruebas acostumbradas, pasó al noviciado de Villagarcía, grande y religioso Seminario de Varones Apostólicos en ambos mundos.

O mejor será, que el día que V. quiera ir allá, me avise, y le acompañaré, con tal que sea después de los exámenes.

Palabra del Dia

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