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La juventud dorada tornó a estrechar los talles esbeltos de las hijas del pueblo. Pero nuestro Pablito, fiel a la suya, permanecía inactivo mirando cruzar por delante de él las parejas veloces. Terminada la mazurka le asaltó la idea de que Valentina ya no vendría.

La que reniega de la timidez, le halla osado, y comedido la que desconfía de su atrevimiento; con las muy castas observa la virtud de la paciencia, esperando y logrando del tiempo y la ocasión lo que le regatea la honestidad; a unas sólo intenta seducir con miradas y palabras; a otras en seguida les persuade de que los brazos del hombre se han hecho para estrechar lindos talles.

Se detuvo el coche ante la casa de madera habitada por Watson, y éste se mostró rodeado de su servidumbre. Corrieron hombres y mujeres, lanzando exclamaciones al ver que bajaba del carruaje el ingeniero Robledo. Muchos se abalanzaron para estrechar su mano confianzudamente, con la camaradería de la vida en el desierto.

Ya estábamos á media legua del fin de nuestro viaje de inauguración: acabábamos de entrar en el Valle de Buelna, de regreso de Santander: sólo nos faltaban cuatro minutos de marcha por la llanura, para estrechar la mano á los que nos aguardaban ansiosos, con las botellas de Champagne á medio abrir, y celebrar la apertura de esta sección de la vía férrea..... Pasábamos sobre el último terraplén también el último, por haberse concluído aquella misma mañana.

La causa da el ser al efecto; la substancia sustenta al accidente; la causa no es modificada por el efecto; la substancia es modificada por el accidente. Estas ideas son claras, distintas; con ellas se debe estrechar al panteismo en todas sus transformaciones; quien así lo haga conseguirá lo que Menelao con el viejo Proteo; reducirle á su forma primitiva, al ateismo puro.

Manuel la abrazó con fuerza, como quien se apodera de algo propio largamente codiciado, y ella se dejó estrechar sin sustraerse al legítimo halago. ¿Pero qué engaño ha sido este? preguntó él, trémulo de gozo, viendo su rostro sin la menor señal de la mentida enfermedad. Quise saber repuso ella hasta dónde llegaba tu cariño. ¿Pero y tus ojos y tu ceguera?

Y de pronto, sin saber cómo, sin que ella hiciera un ademán ni dijera una palabra, clavada por el estupor y la vergüenza, sintióse la señora estrechar en cariñoso abrazo por la niña rubia, y la vocecita fresca, que murmuraba: ¡Oh, tía Silda, tía Silda!

Este, apareció allí al anochecer, y después de estrechar de nuevo manos y contestar saludos como por la mañana, volvió a su casa sin atreverse a levantar la cabeza ante su madre.

No los has visto en una de sus correrías, hendiendo cabezas y sajando cuerpos de hermanos nuestros. ¡Por el filo de mi espada! preferiría darle un abrazo al mismo Belcebú antes que estrechar la mano de uno de esos bergantes, aunque se llame el rey Roberto, ó Douglas el Diablo de Escocia, ó sea el mismísimo condestable Bertrán Duguesclín de Francia.

Juan Bou, para lo cual dicho se está que ha de emplear dos varas de cañamazo. Eso no importa. Yo regalo el cañamazo y las lanas. La enferma irá a convalecer a la sombra del árbol de la Ipecacuana, ese árbol milagroso, señoras, que está plantado en la litografía de la calle de Juanelo, y que ansía estrechar entre sus ramas a la descendiente de cien reyes.