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En la esquela decía: «El marqués de Villamelón y de Paracuéllar, conde de Albornoz y de Calatañazor, suplica a vuestra excelencia se sirva asistir a la ceremonia de cubrirse de Grande de España el excelentísimo señor don Jacobo Téllez-Ponce Melgarejo, marqués de Sabadell, de quien es padrino, para cuyo acto se ha servido su majestad señalar el día 7 de febrero de 1878, a las dos de la tarde, en su Real Cuarto».

Entregué la esquela a Sarto, en quien no hizo mella la súplica lastimera de la dama, limitándose a decir: Suya es la culpa. ¿Quién la llevó al castillo? Sin embargo, no considerándome yo enteramente irresponsable de lo ocurrido, resolví compadecerme de Antonieta de Maubán.

Magdalena... Y la abuela, suspirando fuertemente, me miró con tierna piedad. No me comprende, es seguro, y yo no la comprendo tampoco. He recibido hace un momento prosiguió la abuela, una esquela de nuestro notario y amigo el señor Boulmet, que me ruega que le reciba a las dos. No me oculta que su visita tiene por objeto un proyecto de matrimonio... ¡Oh! no, no exclamé con espanto. ¡Ah!

Tomé la misiva que me entregaba, y temblando la abrí, encontrando, escritas apresuradamente con lápiz sobre una hoja de papel de esquela, estas pocas líneas: «Estimado señor Greenwood: Indudablemente le causará a usted inmensa sorpresa saber que he abandonado para siempre mi casa.

Sin embargo, no faltaron hombres no tan fáciles de asustar, y que en veinticuatro horas arreglaron las cosas de manera que los tímidos pudieran estrecharse las manos con seguridad, y los eminentes estadistas proferir sus dudas sin dañar a nada ni a nadie. Por aquellos días, recibí una esquela de Hop-Sing, rogándome que fuese en seguida a verlo.

Don José salió, al parecer con otra esquela o recadito verbal, aunque es más probable que llevara lo primero, y al salir habló a Miquis del tiempo, de política, de Cánovas y de que las tropelías de los ingleses en el campo de Gibraltar daban motivo a España para exigir de Albión que nos devolviera aquel pedazo de nuestro territorio.

Su ansiedad era grande, porque había recibido una elegante esquela en que el viudito de Saldeoro, después de declararse imposibilitado de salir a la calle, invitaba a la señorita de Rufete a venir a su casa, donde sería enterada de una comunicación del Canónigo en que se le enviaba dinero, y de un asunto extraordinariamente importante y venturoso.

Un coche nos llevó directamente de Charing Cross a la calle Great Russell, donde encontré una esquela de Mabel fechada en la mansión de la plaza Grosvenor, pidiéndome fuera allí en el acto que volviéramos de nuestro viaje. Apenas me lavé y arreglé un poco, lo hice, y Carter me condujo, sin ceremonia alguna e inmediatamente, al gran salón blanco y oro que tan familiar me era.

No estaba en su casa y me comprometí en vano. No pude hacer más que escribirle dos palabras, que le dejé bajo sobre en la antesala. Le suplicaba que llevase anoche a casa de la Marquesa esa prueba de mi locura, y que la depositase en un rincón de la biblioteca, donde la hubiera yo sacado sin que nadie lo notase. La fatalidad ha querido que su criado no le diese mi esquela.

Y los Señores determinaron se celebre el Cabildo abierto, ó congreso general el dia de mañana 22, á las 9 de ella, y que al efecto se convide por esquela á la parte principal y mas sana del pueblo. Se formó la esquela, que es del tener siguiente: «El Exmo.