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Actualizado: 23 de junio de 2025
Durante la pausa lúgubre que siguió a esta última frase, Isidora revolvió su mente hacia el origen de aquella escena; consideró con vergüenza y despecho que su infidelidad había sido descubierta, y pasó revista a las circunstancias que pudieron haber motivado el tal descubrimiento. ¡Ah!, las indiscreciones de Joaquín Pez, la falta de prudencia... Bien conocía ella que el viudito no era hombre para guardar secretos.
Si Miquis te es indiferente y el marqués viudito te encanta, no des a entender tu preferencia... ¡Los hombres! ¡Ah!... que se fastidien.
»Pasando a otra cosa, yo tengo para mí que el marqués viudito está más tronado que la nación española. Sus deudas se remontan como el águila ávida de las altas cumbres; sus gastos no disminuyen. Para estos tales, carecer es morir, y pasarán por toda clase de ignominias antes que decapitarse renunciando al lujo y a la vida de rumbo y disipación.
Comenzado el pleito, intenta pleitear por pobre; pero el bienestar aparente de su casa y el lujo de su persona hacen fracasar la información. El viudito de Saldeoro, para obtener de ella el empeño de las alhajas, le hace mimos y repite su antigua, manoseada y ya gastadísima promesa de casarse con ella. Sangrientos combates del 25, 26 y 27, que ocupan la atención pública.
Su ansiedad era grande, porque había recibido una elegante esquela en que el viudito de Saldeoro, después de declararse imposibilitado de salir a la calle, invitaba a la señorita de Rufete a venir a su casa, donde sería enterada de una comunicación del Canónigo en que se le enviaba dinero, y de un asunto extraordinariamente importante y venturoso.
Palabra del Dia
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