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Actualizado: 27 de junio de 2025


En los cuatro ángulos de aquel magnífico coliseo, porque coliseo parece, se hallan cuatro escaleras espaciosas, las cuales, conducen al piso principal, en donde hay otro órden de mesas, dispuestas como abajo. Tiene una puerta grande de entrada, y dos laterales para la salida.

Las habitaciones que servían de albergue a los Molínez eran espaciosas y estaban amuebladas a estilo de pueblo, contrastando con la vetustez y modestia de cuanto había en ellas el aspecto moderno y la riqueza de los utensilios, ropas, neceseres y estuches de los madrileños: un saco, una manta de viaje valían más que todo lo puesto a su disposición por el huésped.

Calles espaciosas, cómodas, muy bellas algunas, como Broadway o la Tercera Avenida, parques suntuosos, iglesias monumentales, de todos los estilos conocidos, pero nuevecitas, en hoja, acabadas de salir de la caja, edificios soberbios, regulares, todos los progresos de la edilidad moderna, teatros pequeños pero elegantes, ferrocarriles y tranvías en todas direcciones... pero jamás aquellas encrucijadas de París, de Viena y de las ciudades italianas, en las que un viejo balcón saliente detiene la mirada, o un mármol ennegrecido por el tiempo serena el espíritu con la armonía de sus líneas.

La salubridad de Pagbilao es buena y sus productos principales son arroz, aceite, brea, bejucos y madera. Sus naturales tejen bayones en bastante número. La iglesia está bajo la advocación de San Juan Bautista; es de buena fábrica, lo mismo que el convento. En este pueblo se destacan dos espaciosas y alegres construcciones, estas son las escuelas.

Mi amigo observó, con razón, que se sigue en todas el método antiguo de construcción: sala, gabinete y alcoba pegada a cualquiera de estas dos piezas; y siempre en la misma cocina, donde se preparan los manjares, colocado inoportuna y puercamente el sitio más desaseado de la casa. ¿No pudiera darse otra forma de construcción a las casas, de suerte que este sitio quedase separado de la vivienda, como en otros países lo hemos visto constantemente observado? ¿No pudieran llegarse a desusar esos vidrios horribles, desiguales, pequeños, unidos por plomos, generalmente invertidos en las vidrieras? ¿No se les podrían substituir vidrios de mejor calidad, de más tamaño, y unidos entre con sutiles listones de madera, que harían siempre mejor efecto a la vista y darían más entrada a la luz? ¿No convendría desterrar esas pesadas maderas que cierran los balcones, llenas de inútiles rebajos y costosas labores, sustituyéndoles puertas-ventanas de hojas más delgadas y lisas? ¿No pudiera introducirse el uso de las comodísimas chimeneas para las casas, sobre todo más espaciosas, como se hallan adoptadas en toda Europa? ¿Tanto perderíamos en olvidar los mezquinos y miserables braseros que nos abrasan las piernas, dejándonos frío el cuerpo y atufándonos con el pestífero carbón, y que son restos de los zahumadores orientales introducidos en nuestro país por los moros? ¿Qué mal haríamos en desterrar los canalones salientes, cuyo objeto parece ser el de reunir sobre el pobre transeúnte, además del agua que debía naturalmente caerle del cielo, toda la que no debía caerle, y en substituirles los conductos vertederos semejantes a los de correos, pegados a la pared?

Las aventuras anteriores me habian hecho cobrar horror á las escaleras, aún siendo espaciosas y excelentes. Hénos otra vez á cielo raso sobre las losas del imperial Paris. Al salir del portal del hotel en cuestion, alcancé á divisar un reverbero, en cuyo cristal este rótulo: hôtel des étrangers, rue Teydeau, 3.

Era el palacio de Villamelón uno de esos antiguos caserones, ya raros en Madrid, con anchas galerías, espaciosas salas y cómodos departamentos, rodeados por todas partes de pasillos y escaleras excusadas para el uso de la servidumbre.

Y ¡qué hermosa era Tenochtitlán, la ciudad capital de los aztecas, cuando llegó a México Cortés! Era como una mañana todo el día, y la ciudad parecía siempre como en feria. Las calles eran de agua unas, y de tierra otras; y las plazas espaciosas y muchas; y los alrededores sembrados de una gran arboleda.

Las plazas mas grandes que yo tuve ocasion de ver en Viena, son la de la Harina y la de José: ámbas son espaciosas y monumentales. El viajero que guste conocer lo antiguo de las ciudades, tiene diferentes visitas que hacer; hay algunos edificios que merecen ser vistos. Abundan las fuentes en las plazas, lo cual es muy bueno.

La fuente es redonda; tiene en el centro del pilón una columna que sostiene una taza; de la taza chorrea por cuatro caños perennemente el agua. La iglesia es de piedra blanca; la flanquean dos torres achatadas; se asciende a ella por dos espaciosas y divergentes escaleras. Es una bella fuente que susurra armoniosa; es una bella iglesia que se destaca serena en el azul diáfano.

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