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Actualizado: 5 de julio de 2025
Era un centro urinario: la secreción pública había trocado aquel rincón en foco de inmundicia, y especialmente por las noches la ofrenda líquida aumentaba de tal modo, que el escribiente y su hermano hacían propósito firme de abandonar el local. En vano se amonestaba al público con terribles pragmáticas de policía urbana, promulgadas por la autorizada voz del memorialista.
Sin alzar los ojos del papel estiraba de rato en rato toda la piel de la boca, mostraba los dientes blancos, finos y claros, y por entre los huecos de ellos sorbía una gran porción de aire. Isidora, harto ocupada de su dolor, no hacía caso del anciano escribiente; pero este no cesaba de echar ojeadas oblicuas a la joven como buscando un motivo de entablar conversación.
Pues, si descendemos, si pretendes que me trate con la mujer del escribiente, del portero o del empleadillo, ¿de dónde infieres tú que he de hallar en ellas toda la severidad de Lucrecia? ¿Está acaso vinculada la virtud en la gente humilde? ¿Es la honestidad privilegio exclusivo de las hembras menesterosas?
A la noche del tercer día se dirige a la Sala, y estaba dictando al escribiente su renuncia, cuando el cuchillo que corta su garganta interrumpe el dictado.
La causalidad eficiente verdadera se halla en la voluntad del escribiente; pues allí se termina la serie cuyo primer término no está á mi disposicion, sino en un sentido impropio, es decir, mientras el escribiente quiere. Porque suponiendo que no hubiese habido obstáculos, no hubiera habido remociones, y sin embargo el movimiento se habria comunicado.
Bonis parecía otro. El mismo Sebastián, que era positivamente bravo y fuerte, y muy capaz de arrojar por el balcón al escribiente de su tío, se achicó un tanto por lo que él calificó de fuerza moral de aquellas palabras, y de aquel gesto y de aquel tono. Todos comprendieron que el pobre Bonis estaba dispuesto a morder y arañar para impedir que la salud de Emma peligrase.
En los términos más corteses contesté que agradecía el favor, y que procuraría corresponder a la confianza que se me dispensaba. Castro Pérez me interrumpió: Joven: me prometo hallar en usted lo que tanto he deseado, lo que hasta hoy no pude conseguir: un escribiente activo, inteligente y útil. No perdamos el tiempo. En aquella habitación encontrará usted lo necesario para escribir.
Al frente de ellos, como portaórdenes de la doctora, figuraba Karl, el escribiente que Ferragut había visto en el caserón del barrio de Chiaia. Este hombre, á pesar de su aspecto meloso, tenía en su historia varios delitos de sangre. Era un digno capataz del grupo de aventureros enardecidos por el entusiasmo patriótico que se reunía todas las tardes en cierto café del puerto.
Cuando su cuerpo macizo y bien torneado, suave y palpitante, cayó en los brazos de Bonifacio Reyes, ya estaba ella un poco cansada de aquella campaña terrible de su venganza, pero todavía sus arrebatos eróticos eran manjar muy superior al estómago empobrecido por tibias aguas cocidas del mísero escribiente de D. Diego.
El consejo de hermana Balî fué admitido y la misma se encargó de hablar con el escribiente; Julî le dió cuatro reales y añadió pedazos de tapa de venado que el abuelo había cazado. Tandang Selo se dedicaba de nuevo á la caza. Pero el escribiente nada podía: el preso estaba en Manila y hasta allí no llegaba su poder.
Palabra del Dia
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