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Actualizado: 13 de noviembre de 2025


Hoy somos desgraciados; yo tanto como , pues he perdido lo que me hacía sobresalir sobre los demás hombres, y tal vez no lo recobre nunca... Pero tu situación es todavía peor; eres mujer, eres más pobre, y yo me siento atraído hacia ti y te digo lo que nunca hubiese dicho de seguir los dos en nuestra antigua posición, encerrados en nuestro orgullo.

Pero a no me sirven de gran cosa tus cristales... ¡Qué! ¿Eres daltónico? Tal vez... ¡, hombre! y ... ¡los dos! ¡Al fin encontré la fórmula de mi diagnóstico!... ¡Daltonismo moral!... exclamó Melchor, riendo con toda su risa franca y contagiosa. ¿Y usted considera, señor médico le preguntó Lorenzo, en tono por excepción solemne y bromista al par que nuestro «mal» sea curable?

Mariquilla te deja y no tiene otro novio: te compadece, te dice que eres bueno, mostrando que aun te tiene algún querer, y te cierra la ventana. ¡El demonio que entienda a las mujeres! ¡Y qué mala alma tienen a veces las condenadas!... Aumentó el estrépito en el cuarto de la juerga, y una voz de mujer, aguda, de un temblor metálico, llegó hasta los dos amigos. Me dejó... ¡mala gitana!

No lo quiera Dios, Arráez; Ya eres libre. ARR. ¡Oh gran Narváez! Hoy vive mi honor por ti. Dame esos pies. NARV. Vete luego. Páez. Sale PÁEZ, soldado. PÁEZ. Señor. NARV. Dale a este moro Su caballo y armas. ARR. Lloro. De alegría. PÁEZ. Ya lo entrego. ARR. Yo te enviaré mi rescate, A fe de hidalgo. NARV. Con celos No quieran, moro, los cielos Que yo en la prisión te mate.

¿Y ese usted? ¿ese encogimiento...? Yo... yo soy siempre la misma: siempre contenta, siempre amándole a usted, siempre dando gracias a Dios por el bien que me ha hecho... Me parece, Amparo la dije conmovido que sufres, que no eres feliz, que estás contrariada.

¿Quieres callarte, pelmazo?... ¿Vas á empezar con las simplezas de siempre? ¡Que , niña, que ! profirió Velázquez bajando la voz y avanzando el cuerpo hacia ella hasta meterle las alas del sombrero por los ojos. Que eres más rica que los doblones de á cuatro, más salada... Vaya, niño, déjame el alma quieta y no me saques los ojos con el sombrero, que aunque no son bonitos á me hacen avío.

Vamos, álzate y no hagas boberías... Mira que te estás manchando los pantalones... Aunque me manchase el mismísimo cuello de la camisa, no me movería, mientras no me perdones. ¡Qué payaso eres, Ricardo! Muchas gracias. ¿Quieres alzarte, criatura? No, mientras no me perdones. Has de ser formal, Ricardo. Hablaremos de eso con espacio... ¿Me perdonas? , pesado, ; levántate.

Eres aún muy niña y en tu edad los afectos suelen ser más bien caprichos que pasiones. Aunque hoy me quieras con toda el alma, si mañana dejases de verme y estuvieses separada de por algún tiempo, quizá ese amor se fuera debilitando y al cabo concluyera por extinguirse. No es que deje de tener confianza en ti, hermosa, pero todo cabe en lo posible.

Mira, no pienses que ha habido en artificio, ni cálculo, ni plan para perderte. , ha sido una maldad atroz, pero instintiva; una maldad inspirada quizá por el espíritu del infierno que me posee. No te desesperes ni te aflijas, por amor de Dios. De nada eres responsable. Ha sido un delirio: la enajenación mental se apoderó de tu noble alma. No es en ti el pecado sino muy leve.

Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. 10 Humillaos delante de la presencia del Señor, y él os ensalzará. 11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros; el que murmura del hermano, y juzga a su hermano, este tal murmura de la Ley, y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, no eres guardador de la Ley, sino juez.

Palabra del Dia

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