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Actualizado: 22 de julio de 2025
Su casa está tres puertas más abajo. El viejo echó dos pasos atrás y exclamó: ¡Verdad, amante!... Estoy metiendo la llave en casa de D. Justo el escribano... ¡Tendría gracia que fuera á sorprenderle en el cuarto de la criada!... ¡Ji, ji!... Toda la culpa ha tenido ese perdío de Velázquez... ¡Qué mona llevaba! ¡Superior! ¡pero superior!... Escucha, Ramón... no digas á nadie que me he equivocado, porque se van á creer que estaba borracho... ¡Ji, ji!... ¡Borracho el señor Rafael!... ¡Tendría que ver!... Adiós, Ramón... buenas noches... Chito ¿eh?... Buenas noches... Hasta mañana, si Dios quiere...
No, yo no le tengo; me lo dice la conciencia.... Y dice perfectamente. Ni yo tengo derecho para aconsejarte nada trágico. Cuando te casé con ella, porque yo te casé, Víctor, bien te acordarás, creí hacer la felicidad de ambos.... Y no parecía que te habías equivocado. La mía la habías hecho. La de ella... durante más de diez años pareció que también.
Véase ahora si ha sido dado a persona alguna una situación más extraña y disparatada: Yo, en primer término, puesto que era el héroe, teniendo en la mía una mano ardida en fiebre y en un amor totalmente equivocado. En el lado opuesto, de pie, el médico. A los pies de la cama, sentado, Luis María. Apoyadas en el respaldo, en el fondo, la madre y la hermana.
Digo eso, porque ya está más allá que acá. También don Pompeyo se ha portado con mucha energía, según dicen.... También... Pero estando sano es más fácil. Y como no va con él la cosa.... Morirá esta noche. El médico no ha vuelto. Somoza aseguraba que moriría esta tarde. Pues por eso no ha vuelto, porque se ha equivocado.... El cura dice que durará hasta mañana. Y muere de hambre.
No importa; después de aquello le tomaron más gusto á su tierra, y descendían de su montaña todos los domingos para sentarse al pie de la pared. A fuerza de medir la punta, acabaron por descubrir un error del arquitecto, aturdido por las prisas de la princesa. Se había equivocado en cincuenta centímetros, y la mitad del grosor del muro estaba en tierra de los viejos.
Y cuando una semana después, recibió Ferpierre con la confirmación de estos rumores el expediente formado por el magistrado escocés, vio que una vez más se había equivocado en sus previsiones. Sor Ana no había podido contestar a la Condesa ni iluminar a la justicia porque al leer la carta de su antigua alumna predilecta había caído como muerta.
La había visto a la luz de un relámpago; pero la obscuridad volvió a caer sobre aquel mar proceloso, ocultándola a las miradas del Capitán. ¿Estás seguro de no haberte equivocado, Cornelio? No, tío; la he visto perfectamente. ¿A proa? Hacia el Nordeste. ¿Lejana? Unas tres millas. Es la costa de la tierra de Torres. Procuremos no chocar con alguna escollera, Horn.
Tragomer no se había equivocado; es ella... Pero se conoce en su cara la huella de los remordimientos. Á despecho de su belleza, siempre brillante, esa mujer sufre, estoy seguro. No sé qué vértigo la arrebató en el momento de cometer la acción atroz de que yo he sido responsable, pero estoy cierto de que la deplora y acaso esté dispuesta á repararla.
Si alguno alcanza la verdad de una cosa, y la dice contra lo que siente, tiene verdad mental, mas no veracidad: si está equivocado creyendo ser verdad lo que piensa, y lo dice como lo siente, tiene veracidad, y no verdad.
No es este mi lugar. Me he equivocado. Señora condesa, quise que no se agriara esta cuestión; quise evitar a usted la visita de los emisarios de la ley. Pero usted no merece otra cosa, y no seré yo quien desempeñe en esta casa el papel que corresponde a alguaciles y polizontes.
Palabra del Dia
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