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¿Polla? ¡Mi padre! -respondió el huésped-. En verdad en verdad que envié ayer a la ciudad a vender más de cincuenta; pero, fuera de pollas, pida vuestra merced lo que quisiere. -Desa manera -dijo Sancho-, no faltará ternera o cabrito. -En casa, por ahora -respondió el huésped-, no lo hay, porque se ha acabado; pero la semana que viene lo habrá de sobra.

Cúrese usted, robustezca usted su cuerpo, y verá cómo después no siente tanto desprecio por la existencia... Adiós, joven... No deje usted de escribirme pronto desde su retiro, para que le envíe una receta. Por ahora no quiero darle medicamentos.

12 Entonces uno de los siervos dijo: No, rey, señor mío; sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que hablas en tu más secreta cámara. 13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a tomarlo.

El más osado fue el ceremonioso mancebo del pelo por la frente, quien, abriéndose paso y llegando muy sofocado a la reja, dijo a la novicia, dándole ya su nuevo nombre: Hermana Juana, tengo que pedirle un favor..., que me envíe como recuerdo un poquito de azahar de la corona que llevaba... Si la madre consiente... murmuró María dirigiendo la vista a la superiora.

¿Por la ella del enredo? ; ¿cómo os ha ido con el rey? Me dejásteis temblando. Y allá se queda él confuso. ¿Tanto le habéis dicho? Al contrario, no le he dicho nada. Pero decidme, ¿por qué ansiais? Porque vayáis á ver al momento á doña Clara de Soldevilla. ¿A tan hermosa dama me enviáis? Vos podéis ir á ella sin que yo os envíe. Me estoy bien donde me quedo... ¿Llámame doña Clara? .

Cuando usted habló en el Congreso sobre eso del río, envié a Alcira a comprar el periódico y lo leí no cuántas veces, creyendo ciegamente cuanto allí decían en su honor.

Semejante aviso me pareció absurdo y me hizo dudar de todo. »Sin embargo, para no tener nada que reprocharme, envié a buscar a mi esposo. A pesar de ser ya más de media noche, el Conde estaba fuera todavía. Ordené que me llamasen a su vuelta. Pero el Conde no regresó al castillo en toda la noche. »La inquietud se apoderó de , y apenas amaneció hice que fueran en su busca.

Envié un mensaje de pésame al Duque y recibí de él cortés y amistosa respuesta; porque es de notar que ni él ni yo podíamos jugar a cartas vistas y que a pesar de nuestros odios nos importaba fingir una concordia que hasta entonces había engañado al público.

No obstante, siempre será necesario que el navio, que no llevare piloto práctico de este puerto, fondo afuera, y envíe la lancha á reconocer la entrada: porque, como he dicho, es dificil, y siempre será bueno entrar cuando la marea vaya perdiendo la fuerza, para poder ancorar en bastante fondo, antes que baje la marea.

Deja a la luna verme con luz tranquila y suave, deja que el alba envíe su resplandor fugaz, deja gemir al viento con su murmullo grave; y si desciende y posa sobre mi cruz un ave, deja que el ave entone su cántico de paz.