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Actualizado: 3 de mayo de 2025
¡Sí que me acuerdo! repetía Diógenes con grande ahínco . Usted fue muy bueno para mí, y me quería, ¡oh, sí!, me quería mucho..., y me enseñó a rezar el Bendita sea tu pureza, y luego las tres Ave Marías... que decía usted alcanzaban de la Virgen misericordia...
¡Oh!... ¿Mi genio? exclamó la otra muy sorprendida. Sí, su genio he dicho... Ya sabe usted que esas cosas no pueden ocultarse... Su paisana, madame Staël, lo dijo: donde hay genio, brilla. ¡Oh!... El marqués de Sabadell prosiguió Currita, dejando caer lentamente las palabras me enseñó aquel ramito de camelias que... le envió usted hace tiempo... ¡Es un quadretto delicioso!
En ella le enseñó al ama de llaves que estaba fregando una enorme caldera en la que iban á cocerse media fanega de castañas que estaban en un saco cerca del fogón. Todo esto es para la gente dijo don Silvestre señalando las castañas y un enorme jarro de vino que estaba sobre el vasar. ¿Para qué gente? le replicó su amigo cada vez más sorprendido.
27 Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá; y vayan, y habiten allí, y les enseñen el juicio del Dios de la tierra. 28 Y vino uno de los sacerdotes que habían trasportado de Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer al SE
No; me lo enseñó mi madre, que lo hablaba tan bien como el doctor. En mi familia era tradicional el conocimiento de esta lengua. El profesor Flimnap se interesa por mí porque conoció á mi madre y á otros de mi casa. Pero como el hecho de haber sido amigo de los míos casi representa un delito, el doctor me protege ocultamente y nunca habla de mis padres.
D. Agustín Durán una Comedia de los Cautivos, sin fecha, pero al parecer, anterior á 1550. En su lib. I, cap. XVIII, se cuenta con fecha del año 1554 lo siguiente del padre Pedro de Acevedo: Con estilo y nombre de comedias ensenó al pueblo á reconocer sus vicios en personas agenas y enmendarlas en las propias suyas.
Esta meditación renovada cada día, este examen de la propia conducta, bastan para dar unidad a la vida y rectitud de proceder. «Constantemente he seguido hasta hoy esta práctica que usted mismo me enseñó, y nunca he comprendido su utilidad mejor que ahora, ya que gracias a ella podrá usted leer en mi alma como en un libro exento de falsía, si no de toda reprensión.
Fiat lux dijo Quevedo abriendo la linterna. Encontrábanse en un desván espacioso, pero interrumpido á cada paso por maderos desiguales. El bufón empezó á andar encorvado y cojeando por aquel laberinto. De repente se detuvo y enseñó un boquerón á Quevedo. ¿Y qué es eso? dijo don Francisco. Esto es una providencia de Dios. Más claro. Eso era antes un tabique. ¿Y ocultaba algo bueno?
Juana Baud abandonó el arte durante cinco ó seis años y corrió en grande con los jóvenes más á la moda... Después, un día apareció en Variedades, donde enseñó, en una Revista, el más bonito par de piernas y el seno más sólido que se habían visto hacía mucho tiempo. Pero dí, Tragomer, ¿es verdad que te divierte este cronicón de bastidores? Claro que sí. Fumo, descanso, y estoy bien.
Al cabo de unos quince días, su hermana le enseñó una carta que había recibido de ella; se daba por enterada del desamor de su novio, sin proferir una queja; disculpaba su conducta manifestando que después de la separación había reflexionado que ella no podía convenir a un hombre como Miguel; hubiera deseado, sin embargo, que éste se lo hubiera dicho antes de tenerla impaciente y triste muchos días; terminaba diciendo que al fin había conseguido de su tía el permiso para hacerse monja de la caridad.
Palabra del Dia
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