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Actualizado: 23 de junio de 2025
Después buscó un sobre parecido al que había roto, y colocando el viejo sobre el vidrio de un balcón y poniendo el nuevo encima, calcó el primero al trasluz, haciéndolo con tanta habilidad, que su misma sobrina hubiera quedado engañada.
ALBOR. Fuése la lengua engañada Al nombre ilustre que oíste; Que ya no hay en todo el mundo Sino tú. ABIND. ¿Cómo? ALBOR. No digo Sino que eres tú segundo Al valor de que es testigo Cielo, tierra y mar profundo. ABIND. No, Alborán, eso me di. Dame esa mano. ALBOR. Mancebo ¡Qué deudos perder te vi! Reviente con llanto nuevo El alma de nuevo aquí.
El capitán, desplegando la mayor diligencia, se presenta en la casa de Don Gómez como su yerno, y es recibido con los brazos abiertos por el padre y por la hija, mientras que el desventurado Don Pedro, que llega después y trabaja en restablecer la verdad de los hechos, es considerado como un farsante, y además de esto, como si fuera Don Gabriel, es llevado á la cárcel por las gestiones de un hermano de la engañada valenciana.
Y señá Nazaria atendía a todos los términos de esta baraúnda, demostrando actividad pasmosa, inteligencia múltiple y compleja. Unía al talento para distribuir la grandeza de alma para conceder siempre un poco más del peso. No era cicatera, pero cuando se creía engañada en el dinero, hacía justicia pronta y seca.
Lloraba; lloraba silenciosamente, sin estremecimientos ni hipos de dolor, como si su llanto fuese una función natural largamente contrariada. Por fin se abría paso la desesperación, adormecida toda la tarde, engañada por los momentos de olvido voluptuoso. Y las lágrimas sucedían a las lágrimas, trazando luminosas tortuosidades sobre el fondo mate de su cutis.
¡No comprometernos! gimió con amargura la muchacha . ¡No comprometernos! ¿Pero tú te has figurado pronunció, reponiéndose y recobrando su impetuoso carácter que yo soy tonta? ¿Piensas que me puedes meter el dedo en la boca? ¿Qué compromiso ni qué... repelo, te viene a ti de todo esto? ¡La comprometida, la engañada y la perdida soy yo!
Tú vives de ilusiones. Aquí tenemos otra vez la fantasmagoría del pleito. Siempre crees que mañana te duermes Isidora y te despiertas marquesa de Aransis, harta de millones. No sé cómo, con tu buen talento, vives así, engañada por el deseo. ISIDORA. Vamos, hoy todo lo ves negro. JOAQUÍN. Es que todo se ha vuelto ya retinto para mí.
Muchos hombres y muchachas de la gañanía querían pasar el domino en sus pueblos de la sierra, y le habían pedido los jornales para llevarlos a sus familias. Una tarea de volverse loco, el ajustar las cuentas de aquella gente que siempre se creía engañada. Además, había tenido que cuidar a un semental que andaba malucho; darle friegas y otros remedios, ayudado por Zarandilla.
Cuando Carmen, un poco engañada, alzó la cabeza y miró al hidalgo, le vió demudado y con el rostro humedecido. Angustiada todavía, le preguntó: ¿Lloras?...; ¿sabes tú llorar?
La mísera engañada tiene noticia de su deslealtad, y acude corriendo á detener al culpable; pero llega tarde al puerto, en el momento en que el buque leva el áncora, y sólo oye á lo lejos las voces de su hijo que la ve y quiere volver con ella.
Palabra del Dia
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