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Actualizado: 2 de junio de 2025


Había cierto reposo enérgico en el espíritu de Fray Miguel; mas, aunque parezca contradictorio, coexistía con este reposo la impaciente decisión, que no daba espera, de hablar al Padre Ambrosio, de interrogarle sobre no pocas dudas y de pedirle cuenta y explicaciones que las resolviesen.

No podía dudarse que el fin del anciano se aproximaba, pero la vida había tomado posesión muy fuertemente de aquel enérgico corazón, para desprenderse de él, sin una lucha obstinada. El doctor había anunciado que la agonía sería larga.

Vaciló todavía el señor Gabriel Cornejo, pero una mirada decisiva y un ademán enérgico de Montiño, le decidieron; se despidió hipócritamente deshaciéndose en disculpas, y cuando ya estaba cerca de la puerta, el cocinero del rey, como obedeciendo á una idea súbita, le dijo: Esperad. Cornejo se volvió lleno de esperanza. ¿Vais á ver á la señora María?

Y privándose de una parte de su alimento, pasaba a casa del zapatero la leche que subían para él. Pero el estómago del pequeño no podía sufrir el líquido, demasiado substancioso para su debilidad, y lo arrojaba apenas ingerido. Tía Tomasa, la jardinera, con su carácter enérgico y emprendedor, trajo una mujer de fuera de la catedral para que diese su pecho al enfermo.

La obstinación de Pablo, cuyo origen comprendía yo, me causó pena, porque me reveló un carácter apasionado y enérgico, en el que la contrariedad, lejos de estimularle, le causaba desaliento, y en el que el desaliento producía la desesperación. Fueron, pues, vanos mis esfuerzos. Yo sabía muy bien lo que Pablo necesitaba para volver a ser lo que había sido.

Esto dicen que afloja todo resorte de acción y que hace al pueblo débil y propenso a la servidumbre: mientras que en los países donde el pueblo ha tenido que luchar mucho y que vencer grandes obstáculos para ganarse la vida, luego que los vence y vive, es más digno y enérgico, y menos sufrido de ninguna especie de yugo y de sujeción.

Consiguiólo al punto; al oír la dama el nombre de masones, apagóse en el acto su ira y llenóse en cambio de un espanto casi pueril, extraño en un carácter de tan enérgico temple. ¡Vámonos, vámonos! decía . Por Dios te lo pido, Jacobo; no te quedes aquí. ¡Vámonos! Y con acento de verdadero terror, mirando a todas partes espantada, repetía muy bajo: ¡Excomulgados! ¿Sabes? ¡Están excomulgados!...

En efecto, hablad con los hombres que no carecen de noticias, quizas con los mismos que le han declarado mas cruda guerra; «lo que es talento, oiréis, nadie se lo niega; sabe mucho y no tiene malas intenciones; pero qué quiere V.?.... se ha metido en eso, y es preciso desbancarle; yo soy el primero en respetarle como á persona privada; y ojalá que nos hubiese escuchado á nosotros; nos hubiera servido mucho, y habria representado un papel brillante. «¿Veis á ese otro tan honrado, tan inteligente, tan activo y enérgico, que al decir de ciertos periódicos, él y solo él, puede apartar la patria del borde del abismo?

Allí, frío y sin pulso, con un revólver a su lado y una bala en el corazón, yacía bajo la nieve el que a la vez había sido el más fuerte y el más débil de los expulsados de Poker-Flat, cosas ambas que se leían todavía a través del rostro apacible pero enérgico del jugador. Todo el día había corrido en diligencia y me sentía atontado por el traqueteo y molestias de tan pesado viaje.

Sucédame lo que quiera, me pasará indudablemente menos de ello que de haberos disgustado. Venid dijo la dama , cuya voz tenía todavía el acento irritado, trémulo, conmovido. Y en paso rápido, fuerte, enérgico, tiró la crujía adelante, llegó á una puerta, abrió su pestillo con un llavín dorado, la pasó y repitió con impaciencia: ¡Seguid! ¡Seguid!

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