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Actualizado: 13 de junio de 2025


Si traigo una mujer á mi casa y es fea, mis amigos no encontrarán placer alguno en su presencia, y si es bonita, arriesgaré el perder mi amante. Solamente cuando me creía unido á ella con lazos más fuertes, hizo una excepción á esa regla y esta fué la causa de mi perdición.

En una tarde de lluvia el azar hizo que se encontraran solos en el salón. La joven acababa de tocar un nocturno de Chopín «porque, había dicho, esa música se armoniza bien con un tiempo oscuro y melancólicoJuzgando favorable el momento, dejó el piano y fue a sentarse al lado de Huberto. María Teresa, usted interpreta este nocturno de una manera sorprendente; me sentía emocionado escuchándola.

Acercáronse dos de Orden público, a los cuales el de la ronda mandó que la llevaran a San Bernardino, juntamente con toda la demás pobretería de ambos sexos que en la tal calle y callejones adyacentes encontraran. Aún trató Benina de ganar la voluntad de los guardias, mostrándose sumisa en su viva aflicción. Suplicó, lloró amargamente; mas lágrimas y ruegos fueron inútiles.

Hecho esto, emprendimos de nuevo la marcha, gozando en la alegría que los pequeños pastores habían de experimentar, cuando después de haber pasado nosotros salieran de su escondite recelosos e ignorantes de lo ocurrido, y se encontraran con la sorpresa que les habíamos preparado.

Quería que lo enterrasen bajo una piedra grande, la mejor que encontraran sus herederos, y que sobre ella hiciesen grabar: «Aquí yace el honrado caballero Diego Méndez, que sirvió mucho a la Corona Real de España en el descubrimiento y conquista de las Indias...». Y con la gravedad de un gran señor que dispone los cuarteles y demás adornos heráldicos de su tumba, describió el escudo que debía encabezar la inscripción: «Ítem: En medio de la dicha piedra se haga una canoa, que es un madero cavado en que los indios navegan, porque en otra tal navegué yo trescientas leguas, y encima pongan unas letras que digan: Canoa».

Usted está acostumbrado á oír quejarse de dolor lo mismo al rico que al pobre, á ver que todos mueren igual; por eso toma á risa las cosas de los hombres. Al fin no somos más que animales. Hace usted bien. Ríase... pero el trueno gordo se acerca. Algún día encontrarán su merecido todos los ladrones... ¡todos! incluso su primo Sánchez Morueta.

Pido perdón al lector por estos pequeños detalles y de otros que les seguirán; pero ellos le permitirán penetrarse poco a poco y por las mismas vías indirectas que a mismo me condujeron, de la vida del caballero labriego en la conciencia misma del hombre, y quizás en ella encontrarán particularidades menos vulgares.

Hay que ser beata, es decir, no hay que contentarse con llamarse religiosa, cristiana, y vivir como un pagano, creyendo esas vulgaridades de que lo esencial es el fondo, que las menudencias del culto y de la disciplina quedan para los espíritus pequeños y comineros; no, hija mía, no, lo esencial es todo; la forma es fondo: y parece natural que Dios diga a una mujer que pretende amarle: «Hija, pues para acordarte de no debes necesitar que a Zorrilla se le haya ocurrido pintar los amores de una monja y un libertino; ven a mi templo, y allí encontrarán los sentidos incentivo del alma para la oración, para la meditación y para esos actos de fe, esperanza y caridad que son todo mi culto en resumen...».

Veinte siglos lleva de experiencia la moral cristiana y ha dado de todo lo que tiene dentro. Su fracaso es visible por todas partes. Desconoce la justicia en la tierra, dejándola para el cielo; pasa indiferente ante el derecho de los oprimidos, queriendo consolarlos con la esperanza de que en otra vida que nadie ha visto, encontrarán satisfacción á sus dolores.

Me importa poco. Podrá suceder... Me importa menos. Adiós dijo precipitadamente la condesa. ¿Por qué?... Suenan pasos, y se ven luces dijo la de Lemos . Si nos encontraran aquí juntos... Quevedo apagó la luz de la condesa de un soplo, y luego sopló su linterna. ¿Qué hacéis? dijo la condesa, que se sintió asida por la cintura y levantada en alto. Desvanecerme con vos á fin de que no nos vean.

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