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Actualizado: 13 de julio de 2025
En este tiempo Godofredo se hallaba terminando una historia de Santa Isabel de Hungría, que se preparaba a dar a la imprenta. Y como quisiese poner al frente del libro el retrato de la Santa, pidió a Presentación el suyo para hacerlo grabar. Este rasgo ingenioso y delicado causó impresión profunda, tanto en su novia como en D.ª Carolina.
También dice Palomino que retrató a Don Francisco de Quevedo «con los anteojos puestos como acostumbraba de ordinario a traer». A fines del siglo pasado, era este lienzo propiedad de Don Juan José López de Sedano, quien lo mandó grabar a Carmona para el Parnaso Español . Hoy se considera perdido, y como antigua copia el que posee el Duque de Wellington . ¡Lastima grande que no se conserve el original!
Pero en lo alto de la hoja, donde los abuelos ponían su mote de fidelidad á Dios y al rey, él había hecho grabar «¡Viva la República!». Sin este sable caballeresco, se negaba á tomar parte en una revolución.
Nadie usaba en la corte espada más larga que la suya, ni lechuguilla más eminente y más ancha. Hacía tejer en Milán sus brocados y brocateles según antiguos modelos del guardarropa de familia, y sólo los lapidarios de Florencia eran dignos de grabar el onix y la cornalina para el sello de sus sortijas y el pomo de sus dagas.
Y todo sucedió como él lo había dispuesto y vaticinado: se confesé a las once, comulgó a las once y media, y se murió antes de las doce. ¡Cuánto lloró Verónica aquel día, y al siguiente, y con qué fervor rezó por el alma del muerto, y con qué sinceridad prometió a su memoria grabar en el corazón sus últimas advertencias, y ajustar a ellas todos los actos de su vida!
Su entusiasmo subió a tal punto que mandó grabar sus tarjetas con la recién descubierta fórmula, añadiendo un escudo de armas imaginarias, en que se ve un castillo... De naipes dijo la marquesa, impaciente. Un león continuó Rafael , un águila, un leopardo, un zorro, un oso, un dragón; en fin, el arca de Noé de la Heráldica; y encima, una corona imperial.
Ahora, apartad los ojos de cuanto os rodea: y mirad al frente, con fuerza, con avidez, para grabar esa visión y poder evocarla en lo futuro. La mañana, clara y luminosa, nos ha sido propicia y el sol, elevándose soberano en un cielo sin nubes, derrama sus capas de oro sobre la región de los que en otro tiempo lo adoraron.
El 25 de marzo, ya en vísperas de viaje, en el pórtico del gran deber, le escribió a su amigo, el dominicano y poeta y escritor, Federico Henríquez Carvajal, una carta que alguien ha llamado su testamento político, y de la cual vienen a mi mente estos conceptos que debía grabar todo cubano en lo más puro y bueno de sus entrañas: «Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar.
En rigor las señoras no han tomado de él más que la parte agradable: todos los inconvenientes están de parte de los que han de quitarle hoja a hoja la calidad de blanco. ¡Qué admirable fecundidad no se necesita para grabar un cumplimiento, por lo regular el mismo, y siempre de distinto modo, en todos los álbums que vienen a parar a manos de uno!
Quería que lo enterrasen bajo una piedra grande, la mejor que encontraran sus herederos, y que sobre ella hiciesen grabar: «Aquí yace el honrado caballero Diego Méndez, que sirvió mucho a la Corona Real de España en el descubrimiento y conquista de las Indias...». Y con la gravedad de un gran señor que dispone los cuarteles y demás adornos heráldicos de su tumba, describió el escudo que debía encabezar la inscripción: «Ítem: En medio de la dicha piedra se haga una canoa, que es un madero cavado en que los indios navegan, porque en otra tal navegué yo trescientas leguas, y encima pongan unas letras que digan: Canoa».
Palabra del Dia
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