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Como la catedral está destinada al culto reformado, carece en el interior de todo atractivo, y su desnudez no es disimulada sino por una serie de escudos heráldicos alusivos á la historia de Berna y un órgano monumental que casi rivaliza al de Friburgo. De Berna á Thun. Una reflexion sobre la civilizacion moderna. La villa de Thun. Magnificencias de su lago. Unterseen é Interlaken.

El gusto florentino, especialmente, se enseñoreó de nuestra ciudad, y entonces aquellos pobres y desmantelados muros de las casas del siglo XV fueron enriquecidos con monumentales portadas de marmol ó de piedra franca, con sus cuerpos arquitectónicos, con sus heráldicos escudos sostenidos por tenantes, con sus ricas pilastras y frontoncillos, y en suma, con todos los variados y espléndidos ornatos que caracterizan el llamado estilo plateresco.

Jamás había pasado el pacífico portero de Villamelón susto tan tremendo como el que le tenía reservado el señor gobernador de Madrid para aquel día memorable, 26 de junio... Eran las diez de la mañana, y Baltasar, sin haberse vestido aún la larga librea azul, con anchas franjas en las bocamangas y cuello, cubiertas de escudos heráldicos, limpiaba cuidadosamente el polvo a las soberbias arcas florentinas, los enormes sitiales antiguos y las armaduras de brillante acero que adornaban el vestíbulo.

Llevaba una divisa cuyos términos heráldicos podrían servir de epígrafe y ser como el resumen de la leyenda á que damos fin: sombría, y aclarada solo por un punto luminoso, á veces más tétrico que la misma sombra: "=La Isla del Tesoro.= Es una sabrosa narración con un niño por héroe, con peripecias dramáticas y conmovedoras.

Durante los días de saqueo del año 1789, unos aldeanos, venidos de otros departamentos lejanos, todo lo destrozaron; particularmente los escudos heráldicos, aparecen hechos trizas. Nada puede lisonjear nuestro amor propio. Yo me alegro de ello, porque algunas veces este amor propio lo he tenido con exageración.

Recibí de todas las princesas de Europa cartas con sellos heráldicos, exponiéndome por medio de fotografías y documentos la forma de sus cuerpos y la antigüedad de sus genealogías.

La arquitectura y la arqueología, la historia y la leyenda, extrañas completamente al alegre caserío gaditano, reaparecían, pues, á mi vista con sus venerandos caracteres. Grandes escudos heráldicos campeaban encima de varias puertas, ó en los espaciosos lienzos de fortísimos muros, ó en el herraje negro y feudal de rejas y balcones.

Quería que lo enterrasen bajo una piedra grande, la mejor que encontraran sus herederos, y que sobre ella hiciesen grabar: «Aquí yace el honrado caballero Diego Méndez, que sirvió mucho a la Corona Real de España en el descubrimiento y conquista de las Indias...». Y con la gravedad de un gran señor que dispone los cuarteles y demás adornos heráldicos de su tumba, describió el escudo que debía encabezar la inscripción: «Ítem: En medio de la dicha piedra se haga una canoa, que es un madero cavado en que los indios navegan, porque en otra tal navegué yo trescientas leguas, y encima pongan unas letras que digan: Canoa».

Eran la escolta de honor de tres matronas de hermosos brazos y majestuoso andar, con túnicas blancas y el purpúreo gorro frigio sobre las negras y ondulosas crenchas. Se las reconocía por el color y los adornos heráldicos de sus mantos: la República del Brasil, la República de Uruguay y la República Argentina.

Los dos centinelas heráldicos que allí encontramos, eran dos lacayos de la casa; la librea al servicio de la mercancía; el blason feudal dando crédito á la materia francesa. El ridículo es tambien crédito, cuando el crédito nace de una ridiculez.