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Actualizado: 29 de septiembre de 2025


Púsose un mantón, bajó, entró en casa de las Porreñas, tocó, le abrieron, y se encaró con la faz majestuosa de María de la Paz Jesús, que de muy mal talante le preguntó: ¿Qué quiere usted? Venía á ver al amo de esta casa para decirle una cosa, dijo Rosalía entrando. ¡Qué irreverencia! pensó María de la Paz, viéndola entrar de rondón. Salomé, una luz.

D. Narciso le clavó una mirada singular, entre irónica y agresiva, que la joven no pudo ver, porque ponía empeño en no mirar cara a cara a su antiguo confesor. El P. Gil hizo un gesto de impaciencia, molestado por aquellos elogios, y para desviar la conversación de su persona, se encaró con uno de los que jugaban al tresillo.

Y cuando tomé la medicina aquella que sabía tan mal, me dio mi tía dos duritos, y cada vez que había que tomar purga un durito o medio durito. Lo que es en monedas de a cinco, puede que pasen de quince». Sintió que le renacía el valor. Pero cuando le llamaron a comer, y fue al comedor y se encaró con su tía, pensó que esta le iba a conocer en la cara lo que había hecho.

De pronto se detuvo, se encaró con Leto, y rascándose suavemente la cabeza con dos dedos, le habló así: O yo no soy perro viejo, o me he olido hasta la calidad de ese clavo, cuanto más la hondura de la brecha que ha abierto en usted.

El más atrevido del grupo se encaró con Pep. Querían hablar del festeig con Margalida; recordaban al padre su promesa de autorizar el cortejo de la muchacha. El payés miró el grupo detenidamente, como si contase su número. ¿Cuántos sois?... Sonrió el que llevaba la voz. Eran muchos más. Representaban a otros atlots que se habían quedado en el corro escuchando la canción.

Mas reponiéndose y haciéndole frente, como si también la figura hacia él caminase, se encaró con ella, amenazando con su semblante plano el pintado rostro del Rey, y le dirigió estas arrogantes palabras 16: ¿Qué tal le va a Vuestra Majestad en los Infiernos?... ¡Ah! Perfectamente sin duda. Vuestra Majestad lo ha querido. ¿Qué tal saben los tizonazos?

Bonito estaba todo; pero él lo miraba con desdén y, sobre la impresión recibida, ponía un pensamiento de melancólica burla y sarcasmo. En un balcón había visto a Melchor de Relimpio, muy enfatuado, junto a unas damas que le parecieron las de Pez. Siguió adelante, y a la vuelta de una esquina encaró con el nunca bien ponderado Gaitica, que venía a caballo, hecho un potentado, un sátrapa.

El marqués se encaró con la moza. ¿No tengo dicho que no quiero aquí pendones? Y ella contestó apaciblemente, colgando el candil en la pilastra de la chimenea: No hacía mal..., me ayudaba a pelar castañas. Tal vez iba el marqués a echar la casa abajo, si Primitivo, con mayor imperio y enojo que su amo mismo, no terciase en la cuestión, reprendiendo a la muchacha.

En una de aquellas vueltas se encaró con él, se detuvo y le dijo, con una sequedad a que no tenía acostumbrado al excelente farmacéutico de Villavieja: Pero ¿qué hace usted ahí? Esperando, señor don Alejandro contestó el pobre hombre con la voz como un hilo , a que me usted su licencia. Según mis noticias replicó Bermúdez sin ablandarse más , esa licencia la traía usted ya desde su casa.

Le placía estar a sus anchas en el cortijo. ¿No era el amo?... Y saltando de un pensamiento a otro con su incoherente ligereza, se encaró con los acompañantes. ¿Qué hacían sentados, sin beber, sin hablar, como si estuviesen velando a un muerto?... Vamos a ver esas manitas de oro, maestro dijo al tocador que, con la guitarra sobre las rodillas y la mirada en alto, se entretenía haciendo arpegios.

Palabra del Dia

passaro

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