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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Encontrose en la escalera a su hermano, y encarándose con él, le dijo: «¡Parece mentira que con esos bigotazos te traiga alineado la cursilona de tu mujer! ¡El día que vuelva a poner los pies en tu casa, que me entierren vivo!» Y sin aguardar la respuesta del atónito brigadier, bajó en cuatro saltos la escalera y desapareció.

Parándose y encarándose con don Andrés, le dijo: ¡Cuán injustamente me acusa vuecencia de hipócrita y de falsa! ¿Qué había de hacer yo? La aprobación y el aplauso que vuecencia dice que me daba eran tan ocultos como inútiles; eran la carabina de Ambrosio. La reprobación general cayó sobre y sobre mi madre, y vuecencia no protestó ni volvió por nosotras. Se supuso que yo era una perdida.

Nada me sorprende de ; eres cura dijo encarándose con Tirso, al par que examinaba a su padre la frente pero, ¡vosotras!... Hijo, no creí que fuese tan tarde. ¡Parece que ya no eres mi madre! añadió dirigiéndose a Leocadia no volverás a salir sin permiso mío. Ordeno y mando. ¿Sin permiso tuyo? ¡Tiene gracia!

Carola, afinando su astuta perversidad, se había desabotonado por completo el cuerpo del vestido, deslazándose, además, la cinta de las enaguas, como si tuviera la ropa en tal desorden antes que llegara Frasquita, y al mismo tiempo, encarándose con ella, decía: ¿Pero es usted su mujer? ¡Jesús, qué antigua! Diga usted, señora, ¿qué sucedió el Dos de Mayo?

Aresti volvióse hacia su primo, que comía silencioso, lanzando alguna que otra mirada al sobrino de su mujer. ¿Qué te parece, Pepe, cómo piensan estos jóvenes? Y encarándose con Urquiola, le dijo con una timidez irónica, dando á entender su deseo de rehuir discusiones con él. Pues esa pillería venida de... España; ese rebaño maketo y pecador, es el que trabaja y da prosperidad á Bilbao.

Y encarándose con el moribundo, agregó: Ha llegado el momento, oh Cervantes, de que nos rindáis cuenta de las burlas e injurias que tan despiadadamente nos habéis inferido, y que he de vengar, ¡vive Dios! por el valor de mi esforzado brazo, en un hecho como no vieran los pasados siglos ni verán los venideros...

Pero a todo esto exclamó el Rey con impaciencia y encarándose con el anciano no acabas de decirme quién eres. Perdona mi tardanza, señor. Y añadió luego, echándose a los pies del Rey: Yo soy el hijo de un leal criado de tu heroico antecesor Alfonso V el Africano. Yo soy Judas Abravanel, más conocido hoy en el mundo con el nombre de León Hebreo.

Al oír esto San Pedro, volviéndoles la espalda, echó tranquilamente el cerrojo a la puerta del cielo y luego encarándose con el artista y el clérigo les dijo: Vaya, vaya, ¡largo, fuera de aquí los dos! , deán, al purgatorio una temporadita por mal genio; y , pintor, tonto de capirote, al limbo, como si fueras niño sin uso de razón. ¡El Trabajo en la catedral! ¡Qué oportuno!

En cambio a su amigo Moreno se le desató la lengua mejor de lo que hacía al caso y, encarándose con ellos, les dijo en términos crudos que aquella intolerancia era bien propia de los defensores del oscurantismo, que cuando faltan las razones se acude a las amenazas, y que su amigo Sánchez había hecho mal en malgastar su ciencia con quien no había de entenderle.

Carola, pensando que todo aquello pudo ser y no sería jamás suyo, lo contempló despreciativamente, escupió sin mirar dónde, y encarándose con don Quintín, dijo con gran sorna: Este es lujo para mujeres malas. Oye, galán, ¿y que has traído en esos papeles? Deshizo él los paquetes, destapó la botella, y extendiendo la mano, repuso triunfalmente: Mira.

Palabra del Dia

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